La historia se desarrolla en la ciudad de Ginebra, Suiza. El film comienza con una llamada entre Valentine, una modelo, y su novio posesivo.
Valentine atropella en una secuencia siguiente a la perra del ex juez Joseph Kern y ambos se conocen. El juez Kern espía conversaciones ajenas mientras desarrolla un vínculo platónico con la modelo suiza, Valentine.
Se desarrolla entonces una historia paralela, centrada en Auguste, vecino de Valentine, quien estudia leyes. Auguste entra y sale de la rutina diaria de Valentine sin haberse percatado de ello.
Por su parte, él sufre la traición de su amada, Karin, cuyas conversaciones de infidelidad han sido monitoreadas por el ex juez Kern, quien resulta ser su vecino. El propio juez retirado Joseph Kern había sufrido una experiencia dolorosa de infidelidad muy similar a ésta.
Kieslowski crea una serie de paralelismos entre el viejo juez retirado y el joven juez Auguste.
La conexión simbólicamente más clara es la del libro de Derecho que se les cae a ambos abierto en una página aleatoria accidentalmente, y que les adelanta la pregunta que les harán en un próximo examen final.
Tanto el juez como Auguste tienen lapiceras de tinta. A Auguste se la regala el día en que se recibirá la amante que luego le es infiel con otro hombre. La pluma del Juez retirado ya no funciona. Pero posiblemente fue con ésta con la que firmó su primer sentencia “injusta” como juez, liberando de cargos a un hombre que era culpable, según sabremos por lo que le contará a Valentine.
Tanto El juez como Auguste fueron traicionados por mujeres rubias, a quienes hallaron in fraganti con sus amantes supletorios. Ambos siguieron el itinerario de las mujeres infieles y sus amantes en forma furtiva, espiándolas y viajando a Inglaterra, hasta que un accidente termina con la vida de sus amadas rubias y su ocasional amante, sobreviviendo los hombres “de leyes”.
El juez al parecer provocará (inintencionadamente) un encuentro entre Valentine y el joven juez, como para corregir el fallo anterior.
El propio Kieslowski ha dicho que “la cuestión esencial de la película plantea es: ¿es posible reparar un error que se haya cometido “injustamente?.
►Conexiones, Jerarquías y Nexos Simbólicos.
♠Color Rojo: Domina las conexiones de la película. Puede asociárselo con: la sangre , el deseo , la vergüenza , la ira , el amor.
Está presente en los escenarios de la película, el jeep de Auguste, los grandes carteles de Valentine, las publicidades y sesiones de fotos de la modelo, la la máquina tragamonedas del Café Joseph; cuyo nombre a la vez reproduce el nombre del Juez retirado.
♠Teléfonos: Como en la serie de “Decálogo”, los teléfonos son una presencia común. Las comunicaciones telefónicas a veces se interrumpen; o no son atendidas. O si lo son, no se trata de la persona con quien se quiere hablar.
Las comunicaciones se cortan o no dan un mensaje verdadero o equívoco. Quizás el ejemplo más claro sea el de la llamada al servicio meteorológico por parte del juez retirado poco antes de que Valentine viaje a Londres.
Si bien le dicen que será un día de excelentes condiciones climáticas, se desatará una tormenta inusitada en medio del mar, estando la protagonista a bordo de un buque rumbo a Inglaterra. Una tragedia que dejará siete sobrevivientes será el resultado de la predicción errada.
Esto recuerda a “Decálogo Uno”, cuando el padre de Pawel y el niño calculan el nivel de espesor de hielo, tras hacer una llamada al servicio Meteorológico. Concluyen que era seguro que el niño saliera a patinar sobre hielo. Pero el agua congelada del lago, se quiebra y el Pawel muere trágicamente, cuando cae dentro de la profunda fosa helada.
♠Vidrios y Ventanas: Marcan separaciones de planos o evitan la posibilidad de un contacto físico. Existen además niveles entre estos planos de existencia, en general marcados por la altura: los personajes aparecen en varias tomas uno por encima o por debajo del otro. Cuando Valentine y el juez hablan en su casa, uno está siempre más alto que el otro. En la última conversación crucial entre Valentine y el juez, ella se pone de pie en el escenario mirándolo desde arriba.
Posiblemente lo que intentó sugerir Kieslowski es la verdadera igualdad o fraternidad (temas de la película) no existe fácticamente.
►Otros detalles y simetrías:
La escena de la papelera de reciclaje en la cual una anciana trata de introducir una botella en la litera. Esta secuencia es homóloga a la que aparece en “Decálogo Nueve”.
También el tema de Van Den Budenmayer (compositor de ficción, seudónimo de Preisner) que escucha Valentine en la disquería es el mismo que el de “Decálogo Nueve”: “No desearás a la mujer de tu Prójimo”.
Homología en los nombres: Marc el veterinario que cura a la perra del viejo juez y Marc el hermano de Valentine. Joseph, el Juez retirado y el Café Joseph, que Valentine frecuenta.
Las cerezas de la máquina tragamonedas y el yogur de cereza o similar que come Valentine.
La publicidad de goma de mascar de la modelo y el chicle que alguien introduce en la cerradura de la puerta de su departamento, dificultándole el ingreso.
El jeep de Auguste que se queda sin batería por dejar él los faros encendidos, y el hecho de que el juez deba recargar la batería de su antiguo auto para ir al desfile de modas de Valentine.
Finalmente los grandes carteles publicitarios de la prtagonista y el primer plano de Valentine, después de haber sobrevivido a la catástrofe, al final de la película. Ambas son idénticas. Auguste está a su lado. Entendemos que la inconmensurabibilidad de la tragedia los unirá y que incluso a partir de los hechos más tristes puede nacer el amor…
The film concerns a young student-cum-model (Irene Jacob) who, having knocked over a dog in her car, takes it back to its owner. He is an elderly, retired judge (Jean-Louis Trintignant) who is not much concerned about the animal and would prefer not to be disturbed.
He now lives a reclusive life. If I’m not much mistaken, he views the world and his work in much the same way as the director himself. If a cynic is a frustrated romantic, this is the man who most clearly exemplifies it. And so, of course, does Kieslowski , who knows full well that his recent elevation to fashionable auteur is as chancy a process as his years of comparative neglect.
Early in the film, a literal image of telephone cable is enough to question what it means for these characters to communicate. When Valentine (Irene Jacob) makes a phone call to her lover, Michael, a phone is seen ringing in the apartment of Auguste (Jean-Pierre Lorit), who lives across the street from Valentine. Why? Valentine and Auguste do not precisely know each other. But maybe they do, or should, or will. Mr. Kieslowski is particularly expert this time in constructing puzzling, overlapping patterns that bind lonely people together. A higher order can be glimpsed, quite movingly, beyond such bonds.
The idea of fraternity emerges through Valentine’s highly charged encounters with a judge (Mr. Trintignant). Though not a love story in any conventional sense, “Red” is very much about the redemptive power of love.
“Red,” which is itself filled with echoes and foreshadowing (greatly heightened by Zbigniew Preisner’s insinuating music), culminates in a ferry crossing. As a red advertising billboard of Valentine becomes a prophecy, she is brought together with the principals from “Blue” and “White.” This juxtaposition of destinies, which is not made to tie up narrative loose ends, is satisfying without being pat.
In the trilogy, “Blue” is the anti-tragedy, “White” is the anti-comedy, and “Red” is the anti-romance. All three films hook us with immediate narrative interest. They are metaphysical through example, not theory: Kieslowski tells the parable but doesn’t preach the lesson. It’s the same with his “Decalogue,” where each film is based on one of the Ten Commandments, but it is not always possible to say which commandment, or precisely what the film is saying about it.
In the same elusive way, using symbolism that only seems to be helpful, “Blue,” “White” and “Red” stand for the three colors of the French tricolor, representing liberty, equality and fraternity. Juliette Binoche, in “Blue,” has the liberty, after her loss of husband and child, to start life again, or not at all. Zbigniew Zamachowski, in “White,” is dropped by his beautiful wife (Julie Delpy) after he goes to a great deal of trouble to move her to Paris. Back home in Poland, he wants to make millions so that he can be her equal, and have his revenge. Valentine and the old judge in “Red” have a fraternity of souls that springs across barriers of time and gender because they both have the imagination to appreciate what could have been.
Interesting intriguing, always fresh – the creative spirit endowed. Featuring : Amalia Pedemonte! who has kindly accepted the invitation – to be my guest today at my blog Let’s listen to what she tell us here…
Stefan Maxima: Amalia good morning! How are you?
Aquileana /Amalia Pedemonte: Hello Stefan. I am fine and hope you are doing well too.It is a pleasure to be talking with you today and being here at your blog for a Guest Post… This is great. Thanks for having me here.
Stefan Maxima You Live in Buenos Aires.tell our readers how is to live in such a beautiful one big city – city that never sleeps -please tell something about their beautiful country – Argentina.
Aquileana /Amalia Pedemonte: Well I live in Buenos Aires, that´s correct but more in the suburbs that surrounds that Big City you have mentioned before. Better for me, I am close but still far away for the huge city… I am not a very “urban crowdy ” person, you know… Well my country is one of the most beautiful ones in America, as I see it… And I am trying to be objective… Mind you, Stefan… It is a very rich country if we mention its natural resources… It is not so rich as other countries in North America… But none of south american countries is… Despite it we are on the right track… Thirty years of democracy and a political project of social inclusion linking to the ideas of sovereign autonomy and self-reliant growth all this lead us to a good present and a hopeful future, full of unborn possibilities…
Stefan Maxima: Your a very peculiar creative spirit…I believe it possibly reflects a high level of inspiration and a great love for what you do when blogging at your site… How and when your creative potential, traps you in its own realms?
Aquileana /Amalia Pedemonte:Well Stephan, thanks for words. When I blog and write i Just do it because i fell a sort of connections with the subject or because I am really interested in it… Of course sometimes some topics are rather interesting than others, but it also depends on what readers will probably like. I love to write for others and I find that internet and socia media are such a powerful tool in this sense and nowadays… I have found real great friend in the virtual world, which would seem paradoxical, but it is true and I have created genuine bonds with people form all around the world. I do believe this is really incredible… I am creative person and In general i love challenges and like to go beyond my own established boundaries… Probably I am a in a sort of constant research of new things… Philosophy never gives me a break. Literature is the emotional substitute to create new realities. Poetry is the voice of human being soul whispering words to us in a subtle way. Movies are the most reliable alternative to boredom and weariness… I live my own story but just wouldn´t be able to go by without the things that makes me feel well about myself and which help me think as Life as a neverending gift…
Lawyer. Attended Universidad de Buenos Aires. (UBA). Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina
Loves Literature and Philosophy. Writes personal articles and brief stories but her posts are mainly about book reviews, articles on philosphy, analysis of poems and movies, as the most important topics… Special blog for people with general cultural interests
Blog: “La Audacia de Aquiles” (“The Audacity of Achilles”). “El Mundo Visible es Sólo un Pretexto” / “The Visible World is Just a Pretext”. Blog in Spanish / Translation to English ( First Foreign Language ). Blogger Nickname: Aquileana
♠”BriefStory Published at Stefan Maxima´s Website”: “Beyond Life Domains”:
(November 12th, 2013. By Aquileana).-
Those last days of summer lead him to reflection, to tangential thoughts , overwhelming, like cold rain falling heavily on him
Eternity echoed a hail splashing the dim glowing vegetation adjacent to the crossroad which leads to the beach.
The path flowed symmetrically to the sea. A sea of titans that contrasted with that subtle feeling that all was finite. The rivalry of the abyssal and magnanimous blue challenged the Gods to go beyond the limits of the conceivable .
The impassive sea, hiding its forbidden secrets to mortals… Nor even God himself could figure out what and how many new mutations occurred on earth due to sea´s actions.
His soul turned into sudden puffs of joy when he heard the roar of the ocean, the greatest and invincible witness…
The old questions that had been raised by a ancient greek were the sames ones he was asking to himself in that moment…
He concluded that those questions responded to a relationship of constant genetic affinity.
Just that thought and the feeling of brotherhood with an unknown ancestor suddenly became a reproach to himself.
A reflexive movement of opprobrium for realizing that life itself was brief, a mere succession of events; not teleologically determined; just random successive experiences, worldly habits, humanly conceived to fill empty hours, to give life a sense…
He approached to the sharped sea, which was greedily plunging his infinite triumph, as waves crash one against the other.
The inner sound of a seashell , he had put close to his ear, reproduced the roar of the neverending movement of the sea.
He thought about that pre-Socratic phrase, according to which the opposites were attracted between them, being mutually complementary one to the other.
Maybe that was the resulting action of convergence forces, tending to stress the chronological harmony of peace after discord and war were just over…
He concluded that all that, the sea, himself, the seashell, the waves, his ravings were the proof that he was the main character of that play.
Fiction and reality were in fact the same thing. The symbolic meaning of his life´s plot hadn´t been still decoded… Probably It would never be… He was just a mortal, time wouldn´t be enough for him if he was meant to try to unravel all those cryptic misteries and signs …
Life was a dispute with time and not a truce…
He looked further; it was then when he was able to identify within the salt vastness of the deep blue sea, the unavoidable presence of Death…
Almost invisible but yet there, waiting and lurking with stealthy step.
A relentless Destiny. A white and inevitable future, just waiting there behind the line on the horizon…
♠”Brief Story Published at Stefan Maxima´s Website”: “Rain Borderlines”:
(November 23rd, 2013. By Aquileana).-
Hope is a glow that shivers when the stars begin to appear . But those glowing points seem to vanish when she steadily stare at them… Silver flowing stars. Just snappish light that turn into nothingness.
Dreams, outworn by cruel hopes…. Dark Sky above… Hope, she already has lagged it behind her, filed between the folds of old experiences. Hostile features, a legacy of ignominy, that was the aftermath of old lost battles A Spear that still hits… No shields available for fighters that defect …
Past inexhaustibly stalking the pale mist of the present. Today always leads to a wasteland of dry lands, unknown choices, roads untraveled. (What if?) …
Past slowly moving into the present… Timeless conjunction, a shade of a gesture.
Endless plateaus, monotonous wrinkles of the horizon, quiet landscape of infinite slopes. And also the sharp never ending silence.
Veil illusions followed by shuttered glances… The past is still there as a steady branch of the present
Like a breeze which scatters the arid scene, the immutable calm suddenly become a clatter, which falls from the lofty heights
Something known but still unusual sets up into scene. The stage of life, once again. Shaking arrogant skies, rain heavily falling, forces tempting and hurrying Destiny.
A constellation of crystallized drops, insatiably descending from above. Heavily falling, despite its weightlessness. (This is not a paradox, just a subtle irony)
She looks through the window. The obstreperous of rain still falling down… She listens to the rain crashing on the iron sheets of the roof… Mostly clattering there, with its monotone rhythm pouring down once and again
Rain, inexhaustible source of life… Call of change spilling from the sky, spanning all surfaces with pure drops of water…
Waterfalls, rivers, lakes, seas.
Spring water of blue landscapes, flowing throughout turbulent riverbeds and narrow willows…
All liquid surfaces are or have been rainy… Expectations initially came in the size of tiny raindrops, but that was well enough to set up new departure points…
The size of hope increases and so does the amount of Belief. One thing leads to the other.
Let it rain. Water is a liquid border between skepticism and Faith… A pervious line, in fact so easy to cross.
“Al Otoño” (“To Autumn”) es un poema del poeta romántico inglés John Keats (1795/1821). Fue compuesto en septiembre de 1819 y es el trabajo final de un grupo de poemas conocidos como “Odas de Keats de 1819”.
El poema está formado por tres estrofas cada una de las once líneas, que describen los gustos, lugares de intereses y los sonidos del otoño. Gran parte de la tercera estrofa, sin embargo, describe tanto el final del día como el del otoño. Esto porque el poema incluye un énfasis en las imágenes del movimiento, el crecimiento y la maduración (carácter mimético). “Al Otoño” describe, en sus tres estrofas, tres diferentes aspectos de la estación, su fertilidad, su trabajo y su declive final. A través de cada una de las estrofas hay una progresión desde el comienzo del otoño hasta los mediados de éste y, posteriormente, el anuncio del invierno. De forma paralela a esto, el poema describe el día: pasando de la mañana a la tarde y, por último, hasta el anochecer. Estas progresiones están unidas a un cambio del sentido del tacto a la de la vista y del oído, creando una simetría de la tercera parte que falta en otras odas de Keats
Estación de las nieblas y fecundas sazones, colaboradora íntima de un sol que ya madura, conspirando con él cómo llenar de fruto y bendecir las viñas que corren por las bardas, encorvar con manzanas los árboles del huerto y colmar todo fruto de madurez profunda; la calabaza hinchas y engordas avellanas con un dulce interior; haces brotar tardías y numerosas flores hasta que las abejas los días calurosos creen interminables pues rebosa el estío de sus celdas viscosas.
¿Quién no te ha visto en medio de tus bienes? Quienquiera que te busque ha de encontrarte sentada con descuido en un granero aventado el cabello dulcemente, o en surco no segado sumida en hondo sueño aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta la próxima gavilla de entrelazadas flores; o te mantienes firme como una espigadora cargada la cabeza al cruzar un arroyo, o al lado de un lagar con paciente mirada ves rezumar la última sidra hora tras hora.
¿En dónde con sus cantos está la primavera? No pienses más en ellos sino en tu propia música. Cuando el día entre nubes desmaya floreciendo y tiñe los rastrojos de un matiz rosado, cual lastimero coro los mosquitos se quejan en los sauces del río, alzados, descendiendo conforme el leve viento se reaviva o muere; y los corderos balan allá por las colinas, los grillos en el seto cantan, y el petirrojo con dulce voz de tiple silba en alguna huerta y trinan por los cielos bandos de golondrinas.
El tema del poema es la visión de la naturaleza en otoño. Las referencias a la madurez de los frutos y el aspecto del campo tras la cosecha revelan que se trata de esa época del año.
b) Aspectos formales:
En cuanto a la estructura externa, la oda está formada por tres estrofas regulares, de 11 versos cada una, que se organizan, por lo que se refiere a la estructura interna, en 3 partes, ya que el poema se puede interpretar como una contemplación de tres momentos del otoño:
La primera estrofa refleja la exuberancia del campo tras la maduración de los frutos (uvas en las viñas, calabazas, árboles, avellanas, flores) después del verano.
En la segunda, el otoño es personificado como una espigadora y se ven las huellas de la recolección ya acabada (granero, surco no segado, gavilla de flores) y la extracción de los zumos de los frutos (última sidra), a mediados del otoño.
En la tercera se contempla la soledad de los campos, desde el punto de vista humano, pero en cambio se recuperan los sonidos de los animales con sus cantos (mosquitos, corderos, grillos, petirrojo, golondrinas), a medida que se va poniendo el sol lentamente y se anuncia la llegada del invierno.
Cada estrofa posee una estructura similar, formada por una introducción en forma de invocación, seguida de una descripción de distintas escenas campestres. Además, la 2ª y 3ª estrofas se inician con interrogación retórica: ¿Quién no te ha visto en mediode tus bienes? ¿En dónde con sus cantos está la primavera?
Otras figuras literarias que están también presentes son la personificación del otoño para pintar escenas de la cosecha y la vendimia:
y bendecir las viñas (v. 4)
Quienquiera que te busque ha de encontrarte / sentada con descuido en un granero / aventado el cabello dulcemente / o en surco no segado sumida en hondo sueño / aspirando amapolas (versos13-17)
No pienses más en ellos sino en tu propia música (v. 24)
También hay ejemplos de símil o comparación :
o te mantienes firme como una espigadora / cargada la cabeza al cruzar un arroyo (versos 19-20)
cual lastimero coro los mosquitos se quejan en los sauces del río (v.27).
Además hay enumeración en la 1ª estrofa, de acciones del otoño (versos 7-10); enumeración polisindética también de acciones que realiza esa espigadora que es el otoño (versos 13-22) en la 2ª, y de sonidos en la 3ª (versos 27-33), sonidos de animales a los que se alude por medio de onomatopeyas: los corderos balan / trinan bandos de golondrinas.
Description of the Video: Poem by John Keats, read by Ben Whishaw. Images of the original manuscript, written on both sides of a single sheet of paper by Keats’ own hand. ‘To Autumn’ was the last of Keats’ great lyrics. It was more heavily revised than other works. This is perhaps Keats’ most famous and beloved work. It is considered the perfect embodiment of poetic form, intent, and effect.
Keats’s speaker opens his first stanza by addressing Autumn, describing its abundance and its intimacy with the sun, with whom Autumn ripens fruits and causes the late flowers to bloom. In the second stanza, the speaker describes the figure of Autumn as a female goddess, often seen sitting on the granary floor, her hair “soft-lifted” by the wind, and often seen sleeping in the fields or watching a cider-press squeezing the juice from apples. In the third stanza, the speaker tells Autumn not to wonder where the songs of spring have gone, but instead to listen to her own music. At twilight, the “small gnats” hum among the “the river sallows,” or willow trees, lifted and dropped by the wind, and “full-grown lambs” bleat from the hills, crickets sing, robins whistle from the garden, and swallows, gathering for their coming migration, sing from the skies.
“To Autumn” takes up where the other odes leave off. Like the others, it shows Keats’s speaker paying homage to a particular goddess—in this case, the deified season of Autumn. The selection of this season implicitly takes up the other odes’ themes of temporality, mortality, and change: Autumn in Keats’s ode is a time of warmth and plenty, but it is perched on the brink of winter’s desolation, as the bees enjoy “later flowers,” the harvest is gathered from the fields, the lambs of spring are now “full grown,” and, in the final line of the poem, the swallows gather for their winter migration. The understated sense of inevitable loss in that final line makes it one of the most moving moments in all of poetry; it can be read as a simple, uncomplaining summation of the entire human condition.
Despite the coming chill of winter, the late warmth of autumn provides Keats’s speaker with ample beauty to celebrate: the cottage and its surroundings in the first stanza, the agrarian haunts of the goddess in the second, and the locales of natural creatures in the third.
In “To Autumn,” the metaphor is developed further; the sense of coming loss that permeates the poem confronts the sorrow underlying the season’s creativity. When Autumn’s harvest is over, the fields will be bare, the swaths with their “twined flowers” cut down, the cider-press dry, the skies empty. But the connection of this harvesting to the seasonal cycle softens the edge of the tragedy. In time, spring will come again, the fields will grow again, and the birdsong will return.
(Film based on John Keats and Fanny Brawne´s romance):
Description of the Movie: Written and directed by Academy Award winner Jane Campion, Bright Star is a riveting drama based on the three-year romance between 19th century poet John Keats and Fanny Brawne, which was cut short by Keats untimely death at age 25. Ben Whishaw (The International, Im Not There) and Abbie Cornish (Stop-Loss, Elizabeth: The Golden Age) star as Keats and Brawne, respectively. The film is co-produced by Jan Chapman and Caroline Hewitt.
“Orgullo y Prejuicio” (“Pride and Prejudice”), la película, está basada en la novela homónima de Jane Austen, publicada por primera vez en 1813.
Es una historia en la que las dos figuras principales, Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy deben madurar para superar algunas crisis, aprender de sus errores para poder encarar el futuro en común, superando el orgullo de clase de Darcy y los prejuicios de Elizabeth hacia él.
Las cinco hermanas Bennet, han sido criadas por una madre cuya única fijación es encontrarles marido. Pero Elizabeth desea una vida con perspectivas más abiertas, un anhelo respaldado por su padre.
Elizabeth conoce al apuesto y orgulloso Sr. Darcy y la relación que entablan es bipolar, del tipo amor/odio. Elizabeth, ya quizás enamorada de Darcy, está dispuesta a rechazar el compromiso con el Sr. Collins. Su padre la apoya y la protagonista declina un eventual futuro matrimonio.
Cuando el Sr. Bingley, el rico vecino de la familia Bennet, se marcha repentinamente a Londres, rompiendo el corazón de la hermana mayor de la protagonista, Jane, Elizabeth culpa al Sr. Darcy. Pero una inesperada crisis con Lydia, la hermana pequeña, le permite a Elizabeth caer en la cuenta de su verdadero amor por el Sr. Darcy.
♣”Primeras Impresiones” & “Orgullo y Prejuicio” / “First Impressions” & “Pride and Prejudice”:
Al principio de la película, Elizabeth lee una novela titulada “Primeras Impresiones” (“First Impressions”), que fue el título original de la novela de Jane Austen, antes de su publicación en 1813 como “Orgullo y Prejuicio” (“Pride and Prejudice”). Además, el texto de las páginas es legible (Ver la foto en alta resolución). Elizabeth Bennet lee en la película el último capítulo de “Orgullo y Prejuicio”, con los nombres de los protagonistas cambiados.-
♣Frases de “Orgullo y Prejuicio” / “Pride and Prejudice”:
“Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa”.”
“Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi creencia en la inconsistencia del carácter humano y en lo poco que se puede uno fiar de las apariencias de bondad o inteligencia”.
“Siempre se aprecia el poder de hacer cualquier cosa con rapidez, y no se presta atención a la imperfección con la que se hace”.
“Las discusiones se parecen demasiado a las disputas”.
“Hasta este momento, no me conocía a mí misma”
“La vanidad es un defecto. Pero el orgullo, en caso de personas de inteligencia superior, es válido”.
La película comienza con la imagen de un recital de Artur, hermano menor de Jerzy. Artur es cantante en una banda de rock llamada “City Death”. En el escenario él canta una canción que hace alusión a las prohibiciones de los mandamientos bíblicos; concretamente al asesinato, y a la codicia.
En un momento, cuando él canta la frase: “Todo lo que te rodea es tuyo”; se observa a su hermano, Jerzy buscándolo y llamándolo entre la gente.
Luego sabremos que el motivo de la aparición de Jerzy en el Concierto tuvo que ver con el infortunado hecho de la muerte del padre de ambos.
También al principio del film, hay una toma en la que se ve la silueta de un cuerpo tapado con una frazada y una pecera con peces muertos flotando en la superficie. La imagen del cuerpo cubierto del hombre muerto señalaría una alternativa de causa de muerte: Suicidio o Homicidio. La opción realmente acaecida no es explicitada en el film, aunque quizás sí pueda ser inferida hacia el final de la película.
En la siguiente escena, un amigo del padre de los hermanos da un discurso en el cementerio, poco antes de que entierren el cuerpo del hombre.
En esa escena, Artur aparece escuchando música con los auriculares de un walkman. Jerzy lo mira fijamente, como pidiéndole que respete el momento de silencio, como un ritual propio a la de la despedida definitiva de su padre.
Luego, los hermanos se dirigen al apartamento del padre, para hacer un inventario de los bines que ha dejado. Es un piso ubicado en el clásico escenario del bloque de apartamentos de Varsovia.
Jerzy trata de abrir la puerta del apartamento. Gira la llave, pero, sin embargo; la puerta permanece cerrada.
Artur se percata de que en la parte superior de la puerta hay otra cerradura de refuerzo y la abre. Cuando empuja la puerta, se activa un dispositivo de alarma y se escucha una sirena estridente y el músico de rock grita como si estuviera cantando un tema de su banda.
Los hermanos sucesivamente, revisan todos los armarios del apartamento. Pero sólo encuentran medallas, libros y carpetas de archivos. Cada uno de los armarios están cerrados con una cadena de hierro y un candado.
Jerzy ha hallado un album de estampillas. Y observa con una lupa los sellos. Su hermano le acerca una botella de vodka casi vacía. Jeryz la apunta con la lupa. Después, ambos beben una medida, brindando por su padre.
Artur le pregunta cuánto cree que valdrán en la actualidad las estampillas que habían hallado. Jerzy le responde: “Los sellos son caros hoy en día”. Y Artur responde: “Sí, ésta es nuestra pobreza”. Y agrega, preguntándole a su hermano mayor: ¿Qué es lo que hace que una persona sea tan codiciosa; tú deberías saberlo porque te gusta poseer cosas”. Jerzy le contesta: “No, sólo las uso, me gusta estar cómodo”.
Jerzy sigue revisando armarios y encuentra, entre las pertenencias de su padre, un artículo de un periódico sobre “City Death”, el grupo de rock de su hermano.
Jerzy se da vuelta en dirección a la puerta y dice: “Mira, el viejo hombre coleccionaba artículos de prensa sobre tí”.
Pero cuando levanta la vista se da cuenta de que no era Artur quien estaba delante de él, sino un hombre que se excusa pidiendo permiso por haber irrumpido sin golpear. Su nombre es Bromski, es un hombre cojo que viene a reclamarle a los herederos unos doscientos veinte mil zlotys, que el difunto padre de los hermanos le debía aél.
Jerzy firma un papel que el hombre le extiende y le da un número de teléfono para que lo llame en cinco días.
El hombre se retira y vuelve Artur. Jerzy le comenta nuevamente que el padre guardaba artículos de él, en su rol de líder del grupo de rock. El Hermano menor los mira y le dice: “Yo pensé que el viejo hombre ni siquiera sabía mi nombre”.
Jerzy mira los sellos desde lejos y le dice a su hermano: “He oído que hay un mercado… ¿quieres intentarlo?”. Artur no parece muy seguro de querer tratar de vender las estampillas.
“Y que sucede con tu hijo?”, le pregunta a Jerzy, como sugiriendo que le podrían regalar la colección de sellos al niño.
El hermano mayor responde: “A él sólo le gustan los aviones”. Artur mira una serie de estampillas y le sugiere a su hermano: “Entonces, ¿por qué no darle estos”.
Jerzy señala en voz alta, mientras descubre las imágenes: “Globos o… Zepelines” Y continúa: “Polarfahrt: eso significa que son alemanes, 1931”.
Aquí resulta clave establecer una correspondencia con “Decálogo Ocho”. En esa entrega, el vecino de la profesora, colecciona sellos postales y al comienzo de la película le comenta a la mujer que ha conseguido una valiosa serie de sellos de Zepelines Polafahrt de 1931.
Hacia el final del film, el mismo vecino interrumpe la charla entre Elzbieta y la profesora al golpear la puerta del apartamento de la mujer para mostrarle la serie en cuestión. Es claro, entonces, que la serie de estampillas es la misma en ambas entregas.
En la siguiente secuencia, un taxi se detiene en la puerta de la casa de Jerzy. Es interesante destacar una nueva coincidencia, que reposa en un objeto homólogo en otra entrega de “Decálogo”.
El taxi es el mismo que el de Janusz, el protagonista de “Decálogo Tres” y aparece también en “Decálogo Ocho”, cuando la profesora y Elzbieta estacionan delante de la sastrería del hombre que, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, podría haber sido el padre adoptivo de Elzbieta.
También existe una correspondencia con el trabajo de taxista de uno de los protagonistas de “Decálogo Cinco”, aunque su taxi es otro: es un auto de color bordó.
Jerzy y Artur se despiden en la puerta de la casa del primero, después de haberse encontrado tras varios años de no verse, y, a propósito de un triste pretexto. Artur le dice que estaba contento de que se volvieran a encontrar. Jerzy le manifiesta que él también, y sonríe mientras el taxi se aleja, pero su expresión cambia abruptamente cuando mira hacia la ventana de la casa.
De hecho, esto se debe a que, adentro, lo espera su esposa, bastante molesta por el hecho de que Jeryz no hubiera estado allí para llevar a su hijo al odontólogo.
El diálogo entre ellos es sugestivo. Jerzy le dice a la muejr que lo disculpe, que se la había hecho tarde tras el entierro del padre de él y que se había quedado conversando con Artur. La mujer le contesta: “Yo no he dicho ni una palabra”. Él agrega: “Mañana arreglaré una nueva cita”.
“Mañana no atienden”, le aclara la mujer. Él se da por vencido: “Lo siento, realmente”, le dice. Ella repite: “Yo no he dicho ni una palabra”. Y él irónico sentencia: “No, claro, no has dicho nada”.
Un instante antes de que Jerzy suba las escaleras hacia la habitación, su esposa le señala las pantuflas, implícitamente ordenándole que se las ponga. Estamos nuevamente aquí frente a una esposa dominante, que nos recuerda a la madre de Majka y esposa de Stefan en “Decálogo Siete”.
Jerzy va a ver a su hijo. El niño le dice que ha llorado durante la cena y que está triste por la muerte de su abuelo. Jerzy le regala las estampillas de los zepelines alemanes y le pregunta si todavía tiene dolor de dientes, pero su hijo le dice que ya no.
En la próxima toma, Artur va al Club de Filatelistas, con un álbum de estampillas que pertenecía a su padre.
El hombre que había dado el discurso durante el entierro del padre de los hermanos era el presidente del Club de los coleccionistas de sellos, y reconoce a Artur. Él sugiere que se reúnan los tres en el departamento de su padre.
Ya concertado el encuentro, el hombre mira un álbum de estampillas y les dice el valor de algunos de los sellos. “Ésta vale lo mismo que un automóvil Fiat , ésta equivale al valor de un piso, etc”. El hombre agrega que la colección completa rondaría los doscientos cincuenta millones de zlotys.
Los hermanos no salen de su asombro, pues no tenían idea del precio que podían llegar a tener los sellos. Antes de retirarse, el presidente del Club de Filatelistas les aconseja que no vendan las estampillas: “Su padre dedicó treinta años de su vida a esta colección, sería criminal desperdiciarlos”, dice.
Cuando llega a su casa, Jerzy le da un disco de la banda de Artur a su hijo. Y enseguida le pregunta qué ha hecho con la serie de los Zepelines alemanes. El niño le señala la mesa, repleta de sellos postales comunes, y le dice: “Cambié las estampillas por todas éstas”. Jerzy le pregunta acongojado: ¿A quién se has dado?.
La siguiente secuencia implicará la búsqueda de un joven rubio con gafas negras, en la calle. Fue a él a quien el hijo de Jerzy le cambió las estampillas.
Jerzy encuentra al joven, pues su hijo se lo señala desde el auto. Jerzy va a buscarlo y le dice que debe hablar de negocios con él, en un lugar más confidencial.
Entonces parten a una galería cercana. Jerzy lo increpa: “Has engañado a mi hijo”. El muchacho se ríe y le contesta: “Bueno, supongo que todo el mundo tiene padres”.
El hombre se enfurece y le toma la nariz entre los dedos apretándosela hasta que ésta sangra. El joven le dice que ha vendido la serie a un comerciante de la calle Wspolna. Jerzy lo suelta y va a buscar al hombre señalado.
Jerzy entra al negocio de estampillas y le dice al hombre: “Usted le compró una serie de sellos a un joven en la calle Swietokrzyska por cuarenta mil zlotys, esos sellos valían mucho más”. El hombre se excusa y le dice que no sabe de qué le está hablando.
Jerzy cambia la estrategia: “Bueno, quiero comprar la serie de Zepelines”. El hombre accede, busca una caja fuerte escondida detrás del mostrador y trae la serie.
El vendedor de sellos le muestra la serie a Jerzy y le dice: “¿Quiere comprar la serie de Zepelines Polafahrt de 1931?. De acuerdo, está a la venta. Su precio es de ciento sesenta y ocho mil zlotys”.
Jeryz lo amenaza con llamar a la policía, incriminando al hombre con la comisión de una flagrante estafa. El hombre sólo le contesta reafirmando su inocencia: “Puede usar mi teléfono, señor, adelante”.
Como Jeryz no toma el teléfono, el vendedor le da más pruebas de que él no tenía nada que ver con una supuesta compra por precio ruin de la serie de los Zepelines. Así, le muestra una ficha con los datos de la serie de Zepelines y el nombre de la persona a quién los sellos él mismo le había comprado. También le acerca la habilitación del local, que estaba encuadrada en un marco y colgada en la pared.
Jerzy va a buscar a Artur a un ensayo. Le dice que las cosas con el tema de la serie de Zepelines habían terminado mal y que “esos hombres eran unos mafiosos”.
Artur le comenta que el cree que no ellos deberían vender los sellos por el momento. Jerzy acuerda con él, afirmando: “Sí. Que se queden donde están”.
En la otra secuencia, los compañeros de la banda de rock, llevan a Artur a su casa.
Él desciende de la camioneta de “City Death”; pero cuando mira hacia su apartamento, observa que la luz está encendida y distingue la figura de alguien que camina en el interior de su vivienda.
Artur arranca un estéril tronco de un pequeño árbol, para usarlo como arma improvisada de defensa. Entonces, se dispone a entrar. Pero cuando abre abruptamente la puerta de su casa, ve que quién estaba allí era su hermano, Jerzy.
Una nota respecto al tronco. Hay una destacable afinidad entre la acción de Artur de arrancar el tronco; en “Decálogo Diez” y la imagen de Dorotoka arrancando las hojas y luego doblando el tronco de la planta de la maceta, en “Decálogo Dos”.
La imagen de Artur arrancando un tronco sin hojas antes de ingresar a su apartamento se asemeja a la de Dorotka doblando el tronco de la planta de la maceta de su casa, luego de haberle quitado todas las hojas (“Decálogo Dos”).
Jerzy le muestra a su hermano unos sellos que había hallado en la colección. Eran dos estampillas, era una serie única en Polonia, compuesta por tres sellos, por lo cual estaba incompleta. Se trataba dela serie del “Austrian Mercury”, de 1851.
Los hermanos tenían el sello azul y el amarillo, pero les faltaba el rojo.
Luego, Jerzy le lee a su hermano una serie de anotaciones alusivas a esta estampilla, el “Red Austrian Mercury”. Al parecer, el padre había tratado, vanamente, de conseguirla; y en el cuaderno del coleccionista se señalaba un engorroso itinerario de los posibles de la valiosa estampilla.
En una toma siguiente, los dos hermanos observan la ventana del departamento del padre. Destacan que es mejor tomar precauciones y agregar rejas; porque, como señala Artur: “El lugar es inseguro, cualquiera podría treparse con una soga”.
Jeryz le comenta a Artur que desde hacía tiempo que no se sentía tan bien. “Me he olvidado de mis problemas, me he olvidado de todo”.
Artur le dice que él sentía lo mismo. “Y agrega: Como cuando éramos niños y no nos preocupaban los temas de los adultos. Es lo mismo ahora, pero es lindo. “Muy lindo”, concluye Jerzy.
Artur luego le pregunta a su hermano si puede conseguirle una estampilla de las de la colección ; pero cuyo valor de catálogo no sea superior a doscientos mil zlotys.
Jeryz le contesta que por supuesto. Seguramente accede rápidamente a dársela porque la suma que le solicitaba Artur era realmente módica.
Enseguida sabremos que Artur quería la estampilla para tenderle una emboscada al filatelista de la calle Wspolna.
Él, efectivamente, va luego al negocio de estampillas y le muestra el sello al hombre. El vendedor lo observa con una lupa y le ofrece pagarle por éste cuatro mil zlotys.
Cuando están por cerra la transacción, Artur toma las dos cosas; el dinero y el sello y le dice gracias.
El hombre, al darse cuenta de que Artur lo dejaba sin el dinero y sin la estampilla le pregunta qué estaba haciendo.
Inmediatamente, le muestra al vendedor un grabador y después le hace escuchar la cinta con la cual el hombre quedaría incriminado en el delito de estafa.
El vendedor le pregunta qué quería. Él le contesta que la serie de tres estampillas de los zepelines alemanes de 1931. Y agrega: “A cambio te daré los cuatro mil zlotys y un grabador Sony con un casette en blanco”.
El hombre le dice a Artur: “Eres inteligente. Tuve un presentimiento cuando te vi entrar”. “Deberías haberlo seguido”, le responde Artur.
El vendedor continúa: “El otro día vino un hombre”. “Mi hermano”, lo interrumpe y acota Artur.
“No era tan inteligente como tú”, afirma el hombre. Artur remata: “Entonces, no sabía nada, no te conocía”.
El hombre lo mira fijamente y le pregunta: ¿Quieres dinero o los sellos?”. Y Artur le contesta: “Los segundos”.
Cuando el hombre va a buscar la serie de los Zepelines que tenía guardada en una caja fuerte, detrás del mostrador; corre una cortina y más allá de una ventana lindante se observa un perro. Cabe destacar que la imagen del perro negro tendrá una importante papel simbólico hacia el desenlace del film.
Respecto al Hombre-Guía, el personaje que representa al Destino y cuyo papel desempeña Artur Barcis, en esta entrega no aparece. Ésta es la única vez que esto sucede en las diez entregas de “Decálogo”.
En “Decálogo Siete”, Teófanes era un barillero en el paso a nivel de las vías del tren que abordaría Majka.
Se lo veía a lo lejos, apenas una silueta difusa. Era identificado por inclusión, haciendo una inferencia indirecta: el nombre del actor aparecía en los subtítulos al final del cortometraje.
En la siguiente secuencia, vemos que Jerzy va a la casa del padre y cuando golpea escucha unos ladridos desde el interior.
Su hermano menor se ha comprado un perro negro, idéntico al del vendedor de sellos. Jerzy tampoco ha podido abrir la puerta porque Artur decidió cambiar la cerradura, para evitar asaltos.
Sigue una secuencia bastante cómica, en la cual Jerzy trata de ganarse la confianza del animal, con la ayuda de Artur.
Éste último abraza a Jerzy y lo besa, mientras mira al animal y le dice: “Él es Jerzy, es mi amigo”.
Luego Artur convence a Jerzy para que alimente al perro con la mano izquierda, porque así él lo había acostumbrado. No obstante estos intentos, el perro aún sigue desconfiando del hermano de Artur.
Artur le muestra a a su hermano la serie de los Zepelines que había conseguido.
Pero todavía les quedaba un tema pendiente; el de la serie incompleta de los Mercurios austríacos.
Justamente, Artur le dice, entonces, a Jerzy que el hombre de la tienda de estampillas quería hablar con ambos sobre el sello que les faltaba: El “Red Austrian Mercury”.
Cuando ellos van al Negocio de Filatelia, el vendedor les comenta que él tiene información esencial sobre dicha estampilla. Y les pide que arreglen una nueva cita, porque él necesitaría que cada uno de ellos se realice un análisis de grupos sanguíneos y de orina.
Entonces se reúnen los tres, nuevamente, pero entonces en una plaza pública.
Allí el dueño del local de estampillas les dice a los hermanos que el dueño del Red Mercury vive en Tarnow y que el sello valía mas de dos millones de zlotys.
Sin embargo, el hombre agrega que: “El sello no está a la venta, las partes involucradas sólo deben realizar un intercambio”.
Se supone que él sería el mediador, por eso les había pedido los análisis clínicos a ambos. El vendedor de sellos mira los análisis y dictamina que es Jerzy quien está en condiciones para hacer efectiva la transacción.
Es el propio Jerzy quien le pregunta al hombre qué es lo que él quería, y si era su sangre lo que quería.
El hombre dice que no, que lo que él pretendía era que Jerzy le donara el riñón a su hija adolescente, quien estaba gravemente enferma .
“He estado tratando de hallar a alguien, desde hace ya largo tiempo. Yo era demasiado viejo para donárselo”, afirma concluyentemente el hombre.
Tras la insólita propuesta, los hermanos se juntan nuevamente en la casa del padre. Jerzy le pregunta textualmente a Artur: ¿Qué debo hacer, vender un órgano; para obtener un sello?”.
Artur engolosinado con el juego de la codicia le responde: “No cualquier sello: el Mercurio Rojo”. Jerzy le dice: “Pero es parte de mí mismo”.
Artur trata de convencerlo relatándole la historia de un conocido suyo que no tenía riñón y que vivía una vida normal.
Como parece ser que Jerzy no le da crédito al argumento, le señala que “podrá salvarle la vida a una niña”. Jerzy exclama: “¡Artur!”.
Y él le replica: “¡Vamos, Jerzy no estoy tratando de persuadirte!. Es tu riñón”. Pero Jerzy parece recapacitar y le dice, cambiando implícitamente de opinión: “Pero es nuestro sello también”.
En la próxima secuencia se observa a miembros de “City Death”, tocando sobre el escenario.
Pero el protagonista no canta solo, sino con otro muchacho, quien entona leyendo las letras de la canción de una hoja de papel.
Resultaría ser que le están tomando una prueba de canto porque están buscando un reemplazo para Artur.
El aspirante no es bueno. “Sin esperanzas”, le dice el bajista de la banda a Artur y él le responde: “Va a mejorar”.
El bajista le pregunta a Artur si su decisión de dejar la banda es definitiva, teniendo en cuenta que iban a salir de gira, y él le da a entender que no hay vuelta atrás.
En las siguientes tomas asistimos al momento de la operación de Jerzy.
Artur va a ver a su hermano, que está a punto de entrar al quirófano.
Cuando llega al hospital, se dirige a una oficina de atención al cliente, cuando golpea la puerta sale una bonita enfermera que ni lo mira y entra en una habitación.
Él golpea la puerta donde ella acababa de entrar y cuando la enfermera lo ve, lo reconoce como el cantante de “City of Death” y le pregunta si puede tocarlo.
Él le dice, por supuesto, que sí y mientras ella acaricia la cara de él; Artur le pregunta si está segura de que su hermano está bien y si realmente “no corre peligro”.
Enseguida se observa que la mano de la enfermera cierra una puerta con llave y comprueba que está cerrada, bajando el picaporte. Luego, sobre unos tarros para apósitos del hospital se ve que caen primero, el sombrero del uniforme de la enfermera, y, después, el pantalón de Artur.
Mientras está claro que Artur y la enfermera tienen relaciones sexuales clandestinamente en el hospital, los médicos operan a Jerzy.
Las imágenes de la operación son dicotómicas. Primero la higiene y la asepsia; asociados con el cuidadoso lavado de las manos del cirujano y los guantes, barbijo y trajes quirúrgicos descartables que él usa. Segundo, la desprolija suciedad; representada por las gasas de sangre arrojadas en un cubilete .
En una secuencia siguiente se observa una soldadora que es usada para burlar las rejas de la casa del padre filatelista y robar la colección completa de estampillas.
El perro negro, antes feroz, se muestra absolutamente dócil. El ladrón lo acaricia con un guante negro y el perro ni se inmuta frente lo sucedido.
A su vez, se observa que el ladrón mira las estampillas a través de la lente de una lupa, como aumentando la sensación de satisfacción por poseerlas, a partir de ese preciso momento.
Jerzy es dado de alta una semana después de la operación.
Su hermano lo va abuscar y le pregunta cómo se siente. Jerzy responde, en contraste irónico con lo que había sucedido y él ignoraba que: “Estaba bien, como si no hubiera pasado nada”.
Jerzy le pregunta a Artur si tiene la estampilla del Mercurio Rojo, y él la saca de una billetera y se la da.
Artur le dice a Jerzy que tenía el sello desde hacía una semana. Y él le pregunta por qué no se lo había mostrado antes. Artur le contesta que no había podido y entonces le cuenta que les habían robado todo, mientras él había estado aguardando su alta definitiva.
Ya de vuelta en la casa, Jerzy mira con mala cara al perro, que una vez más, como sucedió desde el momento del robo, se muestra dócil y descansa en la cama.
Artur adivina su pensamiento y le dice a su hermano que al perro lo habían encerrado en el baño.
Jerzy continúa y le pregunta a Artur, casi lanzándose sobre él y encolerizado: “¿Por qué te quedaste en el hospital?. ¡Yo podía prescindir de tí”.
Artur no le contesta y sólo baja la cabeza, probablemente porque la respuesta debería haber tenido que ver con su amante casual, la enfermera del hospital.
En ese momento, un abogado ingresa a la casa. Es Artur quien le abre.
El abogado le pregunta a Jerzy por qué el dispositivo de la alarma había sido desconectado desde el interior de la casa, planteando esta duda desde la perspectiva de Artur. Jerzy le responde que la había desconectado porque solía dispararse sola.
Enseguida, el abogado se excusa, le da su tarjeta a Jerzy para que lo llame si necesita algo y se marcha.
Artur le dice a su hermano que se quede con el sello del Mercurio Rojo, porque “el riñón era suyo”; y que lo deje en paz porque no quería saber nada más con este asunto.
El abogado se encontrará primero con Jerzy, en un bar.
Es la primera vez que el protagonista está fumando un cigarrillo; porque previamente había tenido un cigarrillo en la mano o en la boca, pero nunca lo había encendido.
Él trata de darle a entender al abogado que posiblemente Artur haya estado implicado con el robo. Hace referencia a que sospecha del modo de vida que lleva y de las personas que lo rodean, así como de los ámbitos que frecuenta.
Durante todo el diálogo el protagonista se muestra nervioso y disperso. Sus gestos toscos y su risa hacen presumir que es él el quien cometido el robo.
Luego, el mismo abogado se reúne, también en un bar, con Artur.
El cantante llega tarde a la cita. Y enseguida trata de expresarle al abogado que tenía la misma presunción que Jerzy sobre él.
Pero a Artur le cuesta más hablar y verbalizar su “intuición”, como él mismo la denomina, acerca de la posible participación efectiva de su hermano en el robo de la colección de sellos.
El abogado le dice, quizás retomando la misma frase que Artur le había dicho al vendedor de sellos: “La intuición no debe ser negada, como usted bien debe saber”.
Y se despide diciéndole: “Me ha ayudado mucho, como dicen en las películas; pero, es un hecho”.
Esta frase es un ejemplo interesante de “metalenguaje” y, a su vez, cumple un doble objetivo.
Por un lado pareciera servir para sacar a “la película” (“Decálogo Diez”) de “La Película”, como disociando a ambas de una supuesta relación de participación género/especie.
Por otra parte, cumple con un propósito comunicativo tautológico, al hacer que en la película (“Decálogo Diez”) se diga una frase que se dice en las películas.
En otra secuencia siguiente, Jeryz va a comprar unos sellos postales comunes en la Oficina de Correos.
Lo atiende nada más ni nada menos que Tomek, el empleado del Correo y protagonista de “Decálogo Seis”.
Como en dicha entrega atiende a Jeryz desde el ojo de una ventanilla de atención al cliente, de la misma manera que aparecía en la entrega anterior cuando atendía a Magda.
Aunque ahora la Oficina de Correos es otra, pareciera ser un cargo de mayor jerarquía, porque da la impresión de que es una Sede Central del Correo.
Jerzy compra tres series completas de tres tipos distintos de estampillas a la venta y gasta menos de doscientos zlotys.
El mismo actor que representaba el papel de Tomek atiende a Jerzy. Lo hace en un mostrador de una Oficina de Correos y comunicándose con el cliente a través del “ojo de una ventanilla”. Exactamente igual a cuando atendía a Magda en la Oficina de Correos de “Decálogo Seis”.
Tomek atiende a Magda desde la ventanilla de su puesto en la Oficina de Correos. Magda había ido a buscar un dinero de un giro postal. El empleado y protagonista le dice que no había nada a su nombre (“Decálogo Seis”).
El hombre cojo, que aquí usa un bastón, y a quien el difunto padre de los hermanos debía dinero, cruza una calle con un perro negro; igual al de Artur.
Al momento, desde la otra esquina de la misma cuadra, el vendedor de estampillas del local de la calle Wspolna, se dirige en dirección hacia él y le hace un gesto, saludándolo con la mano. El vendedor también lleva un gran perro negro, igual al del cojo Bromski y al de Artur.
Ambos, a su vez, se encuentran con el muchacho rubio de gafas negras que había cambiado al hijo de Jeryz la serie de los Zepelines Polarfahrt por muchos otros sellos de poco valor.
Los hermanos observan todo, con una mezcla de estupor, bronca y sorpresa. Los dos se dan cuenta de que han sido engañados:
La escena nos lleva a sospechar del hombre cojo, del dueño del negocio de estampillas y del joven rubio; como vinculados en grado de autoría, participación o complicidad en el robo de la colección de sellos del padre.
Por mi parte, creo que el eslabón está dado por los tres perros negros. Además, pienso que el perro feroz que tenía originalmente Artur no era el mismo que apareció mansamente en la casa del padre de los hermanos, luego del robo. Posiblemente el perro haya sido cambiado por otro igual al momento del robo.
El hombre cojo, a quien el padre de los hermanos debía dinero, cruza la calle con un perro negro, igual al del hermano menor, Artur.
El hombre cojo se encuentra con el joven rubio que le cambió al hijo de Jerzy la serie de los Zepelines alemanes por sellos de escaso valor.
El vendedor de estampillas de la Calle Wspolna va al encuentro de el hombre cojo y el muchacho rubio. Lleva un perro negro, igual al de Artur y al del hombre cojo.
El hombre cojo, el joven rubio y el dueño del local de sellos se juntan los tres en el mismo lugar. El hombre cojo y el vendedor de estampillas llevan ambos dos perros negros iguales entre sí y, a su vez, idénticos al de Artur. El perro de Artur, fue el que además estuvo supuestamente encerrado en el baño de la casa del padre de los hermanos cuando ocurrió el robo de la valiosa colección de sellos.
Cuando Jerzy ingresa al departamento del padre con la nueva llave que le dio Artur cuando había cambiado la cerradura; su hermano menor está allí, mirando tres sellos sobre la mesa con una pequeña lámpara encendida al costado.
Jerzy le dice: “No te esperaba aquí”. Artur le contesta: “Yo tampoco”. El perro ladre y Jerzy le grita: “¡Cállate!”. El perro baja la cabeza y cierra los ojos.
Jerzy le dice a su hermano: “Artur, hice algo horrible, pensé que habías sido tú”. Artur, lacónicamente, le contesta: “Yo también”.
Luego Artur mira los tres sellos y le pregunta a su hermano: “¿Qué es esto?”.
Jeryz abre su billetera y saca unas estampillas más y le responde, mientras las ubica en la mesa: “Fui a la oficina de correo y compré éstos… Son una serie”.
Los sellos de las series no son series, porque no tienen distintos colores ni motivos; como en el Caso de los Tres Zepelines Polarfahrt de 1931 y los Tres Mercurios Austríacos de 1851.
Éstas son en realidad meras estampillas de uso común, con diseños trillados y de muy poco valor económico para los filatelistas de alto rango.
Los hermanos apoyan sus cabezas, uno frente al otro y ríen, mientras algunos de los sellos se esparcen sobre la mesa.
Guión: Krzysztof Kieslowski, Krzysztof Piesiewicz. Edición cinematográfica: Jacek Blawut, Ewa Smal.
Dirección artística: Halina Dobrowolska.
Dirección de Sonido: Nikodem Wolk-Laniewski. Música: Zbigniew Preisner.
Intérpretes: Jerzy Stuhr, Zbigniew Zamachowski, Henryk Bista , Olaf Lubaszenko, Maciej Stuhr, Jerzy Turek, Anna Gronostaj, Henryk Majcherek, Elzbieta Panas, Dariusz Kozakiewicz, Grzegorz Warchol, Cezary Harasimowicz.
♠A Propósito de la Serie de Estampillas “Zeppelin-Polarfahrt/1931”, que aparece en “Decálogo Diez”:
Polarfahrt des Luftschiff LZ 127 “Graf Zeppelin”. Polarfahrt des Luftschiff LZ 127 “Graf Zeppelin”. La Serie de las estampillas “Zeppelin Polarfahrt” data de Julio de 1931 y fue emitida en Conmemoración del Vuelo alemán del Zepelin Lz 127 al Polo Norte.
Polarfahrt des Luftschiff LZ 127 “Graf Zeppelin”. Polarfahrt des Luftschiff LZ 127 “Graf Zeppelin”. First Day of Issue / Erstausgabetag: July 10th 1931.
Polarfahrt des Luftschiff LZ 127 “Graf Zeppelin”. Polarfahrt des Luftschiff LZ 127 “Graf Zeppelin”. First Day of Issue / Erstausgabetag: July 10th 1931.
Al ver “Decálogo Diez”, me pareció que existía una película que tomaba algunos ejes similares a “Decálogo Diez”.
Me refiero a “Nuevo Reinas”. Es una película argentina del año 2000; con guión y dirección de Fabián Bielinsky y protagonizada por Ricardo Darín, Gastón Pauls y Leticia Brédice.
Los puntos de mayores consonancias son dos: el tema de la serie de estampillas alemanas. Y el empleo de una estrategia de hurto, cuando alguien a cargo de un negocio está distraído.
En cuanto al primer punto, en “Nueve Reinas, los ladrones protagonistas intentan vender una serie de estampillas falsificadas, pero luego se las roban otros ladrones y deben hacer una inversión con su propio dinero y comprarlos ellos para venderlos a más del doble de su valor, a un coleccionista empecinado en tenerlos.
Las estampillas son las “nueve reinas”, una serie de sellos alemanes de la época de Weimar; esto es, casi de la misma época que la de la serie de los Zepelines de “Decálogo Diez”.
Por otra parte, al comienzo de este film, Juan, el ladrón más joven intenta engañar a una cajera de un mercado de una estación de servicio. Le pide cambio de cinco pesos; y luego toma ambas sumas; o sea: el cambio que le extiende la muchacha y los cinco pesos que él debía darle en su lugar. Ésta es una jugada similar a la que le hace Artur al dueño del negocio de estampillas de la calle Wspolan, cuando toma, al mismo tiempo la estampilla y los cuatro mil zlotys.
¿Puede ser que estas afinidades y convergencias sean sólo casualidades?. No lo creo. Fabián Bielinsky como buen director y guionista de cine con apellido polaco, debe haber tenido, sin duda, en mente a Krzysztof Kieslowski; cuando ideó la trama de “Nueve Reinas”
Incluyo debajo las fotos respectivas, con sus descripciones y el trailer del film. Esto con un doble propósito, comparativo e ilustrativo.
La serie de las nueve reinas, sellos alemanes de la época de la República de Weimar. Los estafadores intentan vendérselas a un coleccionista español. Pero las estampillas iniciales son falsas. Como a ellos, a su vez, se las roban, terminan comprando las originales e intentan vendérselas al millonario por una suma mucho más elevada. (Película “Nueve Reinas).
El ladrón más joven intenta engañar a una cajera de un mercado de una estación de servicio. Le pide cambio de cinco pesos; y luego toma ambas sumas; o sea: el cambio que le extiende la muchacha y los cinco pesos. Logra su cometido, pero falla cuando intenta hacerlo nuevamente con otra de las cajeras. Ahí es cuando el otro ladrón se hace pasar por policía para salvarlo del aprieto y a partir de entonces comienzan a “trabajar” juntos. (Película “Nueve Reinas”).
En la primera toma de la película vemos al protagonista Roman diciéndole a un conocido: “Deseo saber la verdad, por eso he acudido a ti”.
El hombre con quien habla es un amigo de él, médico. Sabremos que Roman tiene problemas para tener relaciones sexuales y que a partir de entonces no podrá tenerlas.
El médico le confirma que las pruebas son concluyentes y también los síntomas. El médico le sugiere que se divorcie de su esposa.
En la siguiente secuencia, Roman embiste con el automóvil una señal del kilometraje en el costado de la autopista.
La imagen de ira que el protagonista traduce se asemeja a la toma final de “Decálogo Cinco”, cuando el abogado Piotr grita: “Te odio, te odio” tras la ejecución de Jareck.
Será en esta oportunidad que veremos pasar al Hombre del Destino. En este caso, va en una bicicleta que lleva un pequeño carrito de carga detrás.
Teófanes reaparecerá hacia el final del film, usando una boina y la misma bicicleta.
Roman (también apodado Romek en el film) abre la guantera del auto, pero no logra cerrarla.
Es un día lluvioso y él permanece a la intemperie, en la puerta de su hogar, pues no se atreve a entrar en su departamento.
Se repite, una vez más, el mismo escenario que en las demás entregas de “Decálogo”, el complejo de apartamentos de Varsovia.
La mujer de Roman, Hanka baja a buscarlo, diciéndole luego, que había escuchado el ruido del motor del auto.
Ya en el ascensor, ella le pregunta: ¿Tenías miedo de que te viese?.
Y él le responde afirmativamente.
Él le pregunta a ella: ¿No quieres saber por qué fui a Cracovia?.
Ella le responde que seguramente ha ido a ver a algún amigo. Él le dice que sólo le queda uno allí.
Esquivan el tema y hablan luego de un trabajo que él tuvo en Zagreb, como cirujano, pero que había tenido que dejar porque el dinero del salario se había devaluado a la mitad de su cotización original.
Las primeras imágenes dentro del departamento son sugestivas. Se observa un teléfono negro, y un cobertor de vidrio para atenuar el sonido de las llamadas entrantes. Este protector de vidrio nunca en el film cubre el teléfono, siempre está ubicado al costado del mismo.
Otras notas respecto al departamento.
Una afinidad con “Decálogo Dos”, es la presencia de muchas plantas en las habitaciones, algunas similares a potus que caen hacia abajo desde las macetas ubicadas sobre las paredes.
Recordemos que el médico de “Decálogo Dos” también tenía plantas, y las cuidaba casi con devoción, glorificando la vida. Dorotka, por su parte, arrancaba las hojas de una planta suya, representando con esta acción una tendencia tanática de destrucción y muerte.
Una similitud con la trilogía de los tres colores (“Bleu”, concretamente) es la mística de los escenarios “azules”.
El color azul está presente en “Decálogo Nueve” quizás con la misma intensidad que el blanco en “Blanc” y en “Decálogo Uno”.
Volviendo a la progresión de la película: entre el momento de la cena y el de acostarse, la pareja se maneja con misivas, como si los dos supiesen algo de lo cual prefieren no hablar.
Finalmente, en la cama, Roman le dice a Hanka: “Fui a ver a Mikolaj, él me examinó e hizo todos los análisis. “No tengo oportunidad de volver a tener relaciones sexuales”. Y agrega ante la mirada de la mujer: “Son hechos, no hipótesis”.
Hanak trata de consolar a Roman. Le dice que igualmente lo ama y que quiere seguir con él: “El amor no se da sólo cinco minutos a la semana, el amor verdadero está en el corazón, no entre las piernas”, son sus palabras. Y luego Hanak agrega: “A mí lo que me importa es lo que tenemos, no lo que nos queda por tener”.
Él le dice que se busque un amante, agregando: “Si es que ya no tienes uno”.
Ella le contesta que no lo tiene y permanece fiel a su idea de que aunque Roman no pueda tener relaciones, quiere permanecer junto a él, de todas formas.
Romek le contesta: “Quizás en este momento todo sería más fácil si tuviéramos un hijo”. “Nunca hemos querido tenerlo antes”, agrega inmediatamente.
Resulta interesante destacar un contrapunto aquí con “Decálogo Dos”.
En dicha entrega; Dorotka no podía tener hijos, pero quedaba embarazada de su amante antes de que su marido entrase en una situación de salud delicada: Esto llevaba a la protagonista a decidir que si su marido sobrevivía ella abortaría al hijo de su amante y que, en caso contrario, si su marido muriese, tendría al hijo de su amante.
En el caso de “Decálogo Nueve”, la esterilidad sobreviene a la posibilidad de tener un hijo. Por lo cual la progresión es inversa, con respecto a “Decálogo Dos”.
Al día siguiente, Roman parte a su trabajo. Su mujer lo mira desde la ventana y se saludan con la mano.
Un hombre pasa corriendo en traje deportivo y Roman se esconde, como para no verlo. El hombre, por su parte, huye de él. Luego sabremos que se trata del amante de Hanka.
Ya dentro del hospital, el protagonista se encuentra con una joven paciente que quiere someterse a una operación cardíaca para poder potenciar su voz y realizar una carrera de canto.
De hecho, ella le contará que a causa de sus afecciones cardíacas, no fue aceptada en el Conservatorio.
Roman y la joven fuman en una ventana, como en “Decálogo Ocho”, cuando Elzbieta fuma en presencia de la profesora mientras hablaban.
Durante la conversación, la joven se encarga de aclararle a Romek que la operación ha sido idea de su madre, para impulsarla en la carrera artística. Él le pregunta: ¿pero usted, qué es lo que quiere”. Y la joven le contesta: “para mí, vivir ya es suficiente”.
La joven canta ópera, y especialmente a Bach, Mahler y Van Den Budenmayer.
Respecto a Van Den Budenmayer, es preciso hacer una aclaración. El nombre es un homónimo ficticio de Preisner, el compositor de la música de las películas de Kieslowski. Se alude a él en “Decálogo Nueve”, por primera vez.
Luego también se lo nombra en “La Double Vie de Veronique” y en la “Trilogía de los Tres colores”, concretamente en las entregas de “Bleu” y “Rouge”.
Sabremos que la mujer a la cual la joven paciente se refiere es una madre omnipresente y omnisciente, quien deposita deseos frustrados en forma de proyección de expectativas en su hija.
El rol de madre exigente que determina el futuro de su hija, sin darle lugar a opciones es muy similar al papel que desempeñaba la madre de Makja en “Decálogo Siete”.
Roman le dice a la joven que ese tipo de operaciones cardíacas eran el último recurso, sólo recomendables cuando no se puede hacer otra cosa dado que se realizan cuando existe peligro de muerte y el propósito es consecuentemente, el de salvar vidas. La joven le contesta a Roman: “Cada cual tiene sus propias necesidades. Mi madre quiere que yo lo tenga todo”. Y continúa: “Yo, por mi parte, necesito muy poco”. Simultáneamente, hace un gesto con la mano que da a entender que contiene ciertamente poco entre sus dedos.
En una próxima secuencia, cuando Hanka llega al departamento, Roman está escuchando al compositor holandés que la paciente cantaba.
Llaman por teléfon. Roman contesta y es un hombre que quiere hablar con Hanka, pero ella no se encontraba allí.
Hanka vuelve del trabajo y le dice al protagonista que ya había escuchado antes a Van Budenmayer y que le gustaba mucho ese concierto. Le regala un saco que la había comprado. Vuelve a sonar el teléfono, y esta vez atiende Hanka. Luego sabremos que ella hablaba con su amante. Será Roman quien instalará un aparato para interceptar las conversaciones telefónicas de su esposa y descubrirá el affaire que ella estaba teniendo con otro hombre.
Nuevamente en el hospital, Roman se junta con la joven paciente. El protagonista le comenta que ha escuchado a Van den Budenmayer. Y ella tararea una parte del concierto, siguiendo el ritmo con la mano
Mientras él bebe un café, conversan y ella le pregunta si siempre había querido ser cirujano y si no había deseado tener una familia e hijos.
Romek le contesta categóricamente diciéndole que “nunca había pensado en eso”.
Roman luego encuentra en su automóvil un cuaderno con ejercicios de Física.
El nombre que aparece en la tapa es: Mariusz Zawydzki.
Enseguida sabremos que Mariusz era el amante de Hanka.
Por lo visto, Roman sospechaba de esta relación clandestina con este hombre, porque al pasar por un contenedor público de basura, se detiene impulsivamente y lo arroja allí.
Una anciana inmediatamente después, vacía un bote de basura en el contenedor.
El protagonista parece arrepentirse y vuelve sobre sus pasos, buscando el cuaderno entre la basura.
Éste está manchado, Roman limpia la tapa, superficialmente con un pañuelo de papel y lo guarda nuevamente en la guantera del auto.
Cuando llega a la casa, Hanka duerme. A su lado, sobre la cama, hay un libro que ha dejado de lado antes de dormirse.
Roman aprovecha la ocasión para revisarle el bolso. En su agenda encuentra un número de teléfono que intenta memorizar repitiendo en voz alta los dígitos: once, veintitrés, cuarenta y cinco “, repite.
En una toma siguiente, que luego se duplicará en parte al final del film, Roman sale en bicicleta por lugares rocosos y culmina su circuito lanzándose por una pendiente hasta caer en un arroyo.
El nuevo pretexto del protagonista para averiguar más acerca de la posible relación de Hanka con su amante con surgirá a raíz de un viaje que la madre de Hanka está por realizar.
Roman lleva a Hanka al aeropuerto, donde ella trabaja en la oficina de atención al cliente.
Cuando está por despedirse, ella le dice a Romek que se había olvidado de retirar un paragüas y un chal negro de la casa de su madre, puesto que ella los quería llevar consigo en su viaje.
Romek le dice a Hanka que no se preocupe, que él los recogerá de la casa de su suegra, pues tiene una hora libre en el hospital. Entonces le pide a Hanka la llave de la casa de la madre de ella. Y Hanka se la da.
Nuevas correspondencias con otras entregas de “Decálogo”.
El aeropuerto, que aparece como escenario en “Decálogo Cuatro”, y a donde Anna va a buscar a su padre Michal.
La imagen de la guantera del auto, que se repite también en varias ocasiones en “Decálogo Cinco”. Es en una guantera donde el taxista guardaba sus emparedados, uno de los cuales comería Jarek después de asesinarlo a sangre fría.
Finalmente, la insistencia casi compulsiva por seguir a una mujeres una tendencia obsesiva que Roman comparte con Tomek, el protagonista de “Decálogo Seis”, quien espía desde su ventana con un catalejo a su vecina de enfrente, Magda.
Siguiendo con la secuencia de Decálogo Nueve”, luego Romek va a la casa de la suegra y busca los objetos que Hanka le había señalado para dárselos a su madre antes de que se marche. Roman toma, entonces, el chal y el paragüas.
Enseguida, el protagonista ve unas revistas sobre una mesa del living. Las levanta y confirma lo que había creído ver. Es decir, que debajo de las mismas estaba el cuaderno sucio de Mariusz, y que recientemente habría ocultado allí su esposa.
Entretanto Hanka llama a Mariusz y le pide que no la llame a su casa.
Arreglan que se verán los martes y jueves a las ocho menos diez.
Él le comenta que le había enviado a la casa de la madre una postal con una imagen graciosa, en la cual le decía que la quería y que esperaba que acudiera a la próxima cita.
Mientras está en la casa de la suegra, Roman recuerda el teléfono que había memorizado de la agenda de su mujer.
Y llama a Mariusz sólo para escuchar su voz. Luego corta.
Apenas cuelga el teléfono, es Hanka la que llama entonces a Romek desde la oficina del aeropuerto. Le dice que se dé prisa en llevarle las cosas de su madre y, como al pasar, le recomienda que “no merodee por la casa, porque a la madre de ella esto no le gustaba”.
Justo antes de marcharse, a Roman se le ocurre revisar el buzón de correo de la casa.
Y allí encuentra la postal que Mariusz le había enviado a su mujer; y la lee, antes que ella haya podido hacerlo.
Es una foto del papa Juan Pablo II, que hace un gesto circular con los dedos de ambas manos; sobre sus ojos, como simulando que llevaba anteojos.
La presencia del Papa polaco nos remite a “Decálogo Uno”, entrega en la cual la tía de Pawel le mostraba al niño un par de fotos del Papa que ella misma había tomado en una misa del Máximo Pontífice.
En estos diálogos a partir de cosas y objetos habituales se capta la interferencia de la creciente sospecha que ambos experimentan uno respecto al otro.
Roman que sabe que ella tiene un amante (Mariusz) y Hanka que, por su parte, sospecha, casi asumiendo con certeza, que Roman sabe que ella tiene un amante.
Esto genera una dialéctica del ocultamiento y una sucesión de mentiras cuyos efectos se harán notar con la lógica de una progresión que va continuamente en aumento.
Ese mismo día, Hanka y Mariusz se encontrarían en la casa de la madre de ella para tener un intermitente encuentro amoroso.
Como Roman ya lo sabía, va a la casa de su suegra y se esconde debajo de una escalera de madera. Espera y luego se conforma con ver salir primero al amante de Hanka y luego a ella.
Cuando Hanka está por subir al auto, deja primero el bolso sobre el capot y se sube luego.
Una vez dentro el vehículo baja la cabeza acongojada por el peso de la mala conciencia de su infidelidad y toca varias veces la bocina, como manera de descargarse. Las luces del frente del auto se encienden y apagan sucesivamente.
Roman asiste a la escena observando desde la ventana de la casa de Hanka. No lo vemos mirando a Hanka, pero la cámara capta la escena desde esta perspectiva en altura.
Cuando ella llega al apartamento de ambos, él la estaba esperando allí.
Romek le dice, apenas ella entra: “No podía dormir… Dime tú que eras buena en física, no podía recordar aquel principio que dice, la pérdida de peso que experimenta un cuerpo en flotación es igual a … ¿Como seguía?”.
Ella completa el principio: “Es igual al peso del volumen de agua que dicho cuerpo desplaza”, haciéndose la desentendida respecto al tema, y “desplazando” cualquier misiva implícita que pueda “pesar” en su contra.
Luego, Mariusz llama por teléfono a Hanka y Roman intercepta la conversación como lo había hecho previamente con un pequeño audífono.
Los amantes arreglan para verse a las seis de la tarde, por pedido de Hanka.
Interceptar comunicaciones telefónicas, escuchar conversaciones ajenas. Un detalle que ya se ha visto en “Decálogo Cuatro” cuando Michal levanta el tubo del teléfono para escuchar la conversación de Anna, su hija, con su prometido. También reaparece el tema en “Rouge”.
Al llegar la protagonista a la casa de su madre, donde iba a encontrarse con Mariusz, Roman estaba nuevamente escondido allí detrás de un mueble.
Cuando Mariusz llega, Hanka le dice que ésa será la última ocasión en que se verán y que nunca más volverán a tener relaciones.
Mariusz intenta convencerla de que sigan juntos. Él es más joven que ella y pareciera que está realmente enamorado.
Mariusz le dice que la quiere y hasta le propone matrimonio, sugiriéndole que se divorcie de Romek.
Una historia de amor que en este sentido de las diferencias de edades y expectativas se asemeja la relación entre Tomek y Magda, en “Decálogo Seis”.
Aunque en aquel caso, y a diferencia de éste, no hay relaciones sexuales entre los protagonistas; y sólo se observa una tentativa sexual frustrada entre ambos, que lleva a Tomek a intentar suicidarse.
Cuando Hanka está por salir de la casa, escucha un ruido y descubre a su marido que había estado espiándolos.
Ella le ordena que salga de su escondite. Hanka le dice a Roman: “¿Querías pasarla bien mirando cómo me acostaba con él?. Tendrías que haber venido la semana pasada entonces”.
Roman, con la mayor sinceridad, le contesta: “La semana pasada también estuve aquí”.
Y luego él etapa las orejas, en un gesto simétrico con el de Tomek en “Decálogo Seis”, previamente a la escena de la tentativa de suicidio.
Un aspecto curioso es que aquí Hanka pareciera asumir el mando hasta el momento, pero enseguida la polaridad de fuerzas se invierte. También sucedía lo mismo con Magda y Tomek, hacia el final de “Decálogo Seis”.
Invirtiendo la lógica de la dominación y el dominado, será entonces la protagonista quien le rogará a Roman que “no la abandone”.
Él apenas tiene fuerzas para abrazarla, como ella le pide que haga.
Roman le dice a Hanka: “No tengo derecho a estar celoso, no es algo que pueda exigirte”. Ella le contesta, llorando: “Por supuesto que tienes ese derecho”.
Y la protagonista agrega finalmente, reforzando la hipótesis de la inversión de roles: “No te volveré a mentir nunca más, no quiero tener que esconderme detrás de un armario”.
Ambos concluyen que efectivamente las cosas hubieran sido distintas si ambos tuvieran un hijo. Y esbozan la posibilidad de adoptar un niño.
Pero en forma inmediata, el plan es “tomarse un descanso el uno del otro”.
Hanka le sugiere a Romek que se tome unas breves vacaciones, pero es él quien invierte la opción del receso a favor de la protagonista, quien en definitiva fue quien lo engañó.
De hecho las palabras textuales y claramente irónicas de Roman son: “No, prefiero que seas tú la que te vayas, yo no me iré con `ese físico´”.
Es casi absurda la contradictoria asunción explícita de la idea que tiene el protagonista de que Hanka volverá a ver a Mariusz a propósito del “descanso que se habría tomado de su marido, Roman”.
Nuevamente tenemos aquí un punto elocuente en relación a la dinámica de fuerzas de la pareja que forman los protagonistas y un aspecto que pone en duda el papel que cada uno cumple en la dicotomía de las características fuerte/débil.
En la siguiente secuencia, Roman compra un par de esquíes para que Hanka use en sus vacaciones.
Una nueva correspondencia con “Decálogo Dos”: la mística de la nieve.
Basta recordar que el marido enfermo de Dorotka era escalador y que en su departamento había fotos alusivas: Además había una referencia concreta cuando un compañero del Club de escaladores le traía a Dorotka el equipo del marido y ella lo interpretaba como un ritualismo prematuro, que antecedía a una muerte aún no acaecida, (aunque quizás demasiado “anunciada” dada la gravedad de la enfermedad de su esposo).
Entretanto, Mariusz va a la oficina del aeropuerto donde trabaja Hanka y le pregunta el valor de un pasaje a Melbourne.
Ella se excusa diciéndole que ese destino no es de su competencia y llama a un compañero para que atienda a su ex-amante.
El compañero de trabajo que atiende a Mariusz se llama Janusz, como el protagonista de “Decálogo Tres”.
Mariusz viaja a Australia, como el ex amante de Magda en “Decálogo Seis”, de quien sabemos en detalle por la conversación que tienen la protagonista y Tomek en el bar, a propósito de su primera cita. ¿Habrá viajado Mariusz finalmente a Australia y por lo tanto habrá sido también amante de Magda, antes de que ella conociera a Tomek?…
Hanka embarca como habían decidido en un tren con rumbo a la pista de esquí de Zakopane, de vacaciones.
Roman la acompaña. Se despiden conversando sobre las tratativas para disponer en breve tiempo de la adopción de una niña.
Hanka ya está arriba del tren. Romek le toma la mano y ella le pregunta si quiere que lo llame todas las noches. Él le contesta que no es necesario.
Mientras el tren arranca, ella remata con una pregunta que Roman, todavía tomado de su mano, no llega a responderle: ¿Confías en mí?, es dicha pregunta.
En una toma posterior, vemos a Romek en el hospital donde trabaja.
Conversa con la joven paciente que ya se ha operado finalmente del corazón para aumentar su frecuencia cardíaca y lograr una mejor performance con la voz.
Roman le pregunta a la joven cómo se encuentra. Y ella le responde: “le odio”.
Obviamente se refiere a la madre, por cuya intermediación llegó ella a someterse a una operación quirúrgica de alto riesgo.
El protagonista le contesta: “¿Por qué. Fue usted la que accedió”. Y la joven responde: “Sí, pero no era lo que quería”. “Ha sucedido algo, se encuentra mal?”, le pregunta Romek. “Todavía no, pero ya soy una persona distinta… Ahora quiero cantar para el gran público”, contesta ella.
Este diálogo entre el protagonista y su paciente tiene bastantes afinidades con el que tienen Wojtek y Majka en “Decálogo Siete”, a propósito de la decisión de la madre de Majka de asumir como hija propia a la hija de la protagonista, Ania.
Ya en su casa, Romek vacía una botella de vidrio de leche en un recipiente y la pone al fuego. Mientras tanto mira por la ventana a una niña que juega con una muñeca y sonríe pensando en el proyecto de adopción que han pautado recientemente con Hanka.
Un dato especial: la niña es la misma actriz que interpretó a Ania en “Decálogo Siete” (Katarzyna Piwowarczyk).
La botella de vidrio de leche: un ícono visual en “Decálogo”. Aparece fundamentalmente: congelada en “Decálogo Uno”, bebida desde el pico por Magda y repartida por Tomek en “Decálogo Seis” y en otras entregas con menor primacía, como en “Decálogo Dos”, “Decálogo Ocho”.
En la próxima secuencia, vemos Hanka, quien ya está en la pista de esquí. Por un altoparlante, una voz dice que los tickets de entrada a la pista se han agotado, indicando que los nuevos se venderían recién el día siguiente, a partir de las siete de la mañana.
Mariusz sorprende a Hanka, agitando entradas para la pista de esquí y diciendo: “Dos por diez, treinta”; en alusión a un valor matemático en el cual el resultado incluye un tres invisible, que es presumiblemente el tercero en discordia. O sea, en este caso Roman; equivalente a : “Tres por diez, treinta”.
Hanka le pregunta a Mariusz qué hacía allí y él le contesta que “había supuesto que estaría en Zakopane esquiando”. De hecho, fue ella misma quien antes le había dicho que quería tomarse vacaciones allí.
Hanka piensa inmediatamente en Roman y se acuerda de que no lo había llamado ese día, tal como le había prometido.
Sale corriendo y toma un trineo. Se dirige a una cabina telefónica y llama al hospital donde su marido trabajaba.
Lo atiende una mujer que le dice textualmente: “El Doctor Nycz llamó diciendo que hoy no vendría”.
La protagonista comienza a preocuparse y le pide a la mujer que si su marido llegar a llamar al hospital, le dijese que ella estaba de viaje de regreso a Varsovia y que volvería en el primer tren que pudiese abordar, para estar de nuevo allí a la tarde.
Hanka quiere hacer otra llamada, pero una mujer que estaba detrás de ella le dice que ahora es el turno de ella y que no se demoraría porque haría sólo una breve llamada local.
La protagonista espera impacientemente, intuyendo que algo malo podía ocurrirle a Romek.
De hecho, el protagonista en ese momento ya ha escrito una carta despidiéndose de su mujer.
Roman había pensado en quitarse la vida, debido a la sumatoria del desengaño amoroso y la frustración que la falta de resolución sexual había venidotraduciendo en la relación entre él y su mujer.
Ésta es una remarcable semejanza con la decisión de Tomek de suicidarse, tras el frustrante encuentro amoroso con Magda en “Decálogo Seis”
Finalmente Hanka llama a Roman, cuando la mujer termina de hablar. Pero, en esta ocasión, él no contesta el teléfono.
Hanka se decide a volver a Varsovia por todos los medios y se sube a un autobús. Aduciendo que se trata de una emergencia, y que “debe estar cuanto antes en Varsovia”, la protagonista logra que la dejen viajar sin pasaje.
Cuando el protagonista llega a la parte superior de la autopista, se arroja con la bicicleta por la pendiente de la ruta y cae varios metros abajo.
Teófanes se lo cruza en su marcha en descenso y ve al hombre que yace inerte en el suelo, mientras una de las ruedas de su bicicleta azul aún sigue girando.
Hanka entretanto presiente que algo malo puede pasarle al marido. En el trayecto en el a Varsovia, aparecen varios primeros planos de la protagonista, que así lo dan a entender. Esto sucede en forma simultánea a la secuencia del intento de suicidio de Roman.
Finalmente Hanka llega al apartamento que compartían con Romek.
Lo llama por su nombre y lo busca en la casa, pero él no está allí.
Cuando ve una carta sobre el teléfono dirigida a ella, se pone a llorar desconsoladamente. Hanka toma la carta en sus manos, sin embargo, no se atreve a abrirla y leerla.
Romek por su parte ha sobrevivido milagrosamente al intento de suicidio.
Mientras Hanka lee la carta, él está en una camilla en un hospital, enyesado.
Una enfermera se acerca a él y le pregunta si la puede escuchar.
Él asiente y la mujer le señala, tras haber llamado al hotel de Zakopane donde se hospedaba Hanka, que: “Su esposa no estaba allí y que había partido urgentemente de regreso para Varsovia”.
Roman le dicta el número de teléfono de su casa a la enfermera.
Mientras Hanka sigue aún conmocionada, llorando tras haber leído la carta, suena, insospechadamente,el teléfono. La protagonista contesta. La enfermera le pasa a su marido.
Hanka escucha su voz, diciéndole “hola”. La mujer sonríe aliviada y dice: “Estás bien, así que estás bien”.
Romek sólo atina a contestarle débilmente: “Sí, lo estoy”.