James Joyce: “Retrato del Artista Adolescente” (Novela).-
” Antepasado mío, antiguo artífice, ampárame ahora y siempre con tu ayuda”. (Ibd James Joyce. Op. Stephen Dedalus).-
Reseña y Detalles del Argumento:
Retrato del artista adolescente es una novela semiautobiográfica escrita por James Joyce, publicada en 1916. Es la historia de un muchacho llamado Stephen Dedalus, el alter ego de Joyce. El nombre del personaje hace clara referencia a Dédalo, el arquitecto y artesano de la mitología griega. El narrador es Stephen, y hay cincos episodios que narran partes de su vida. Está en forma de stream of consciousness, en la que el narrador habla de sus pensamientos al azar, retratando las luchas de un joven sensible en contra de las convenciones de la sociedad burguesa. Stephen Dedalus es un niño al que le gusta escuchar los cuentos de su padre, Simón Dedalus, disfruta de su aun corta vida y desconoce mucha de las cosas que esta ávido por saber. Como era de esperarse, llego el tiempo de que fuese a la escuela y asiste a Clongowens Wood un colegio jesuita para jóvenes de familias adineradas. Su radical cambio consistía en seguir todas las reglas a las que debía ceñirse todo buen cristiano según la Biblia y su pago por los pecados cometidos era privar a sus sentidos y a su cuerpo de los placeres fundamentales pues le martirizaba el saber que nunca iba a poder librarse del todo de los pecados que cometía. Stephen descubre la infelicidad que conseguía al llevar esa vida llena de religiosidad que termina por parecerle absurdo y se aleja de la religión. Un nuevo transcurso de tiempo nos sitúa en su vida universitaria. El stephen universitario es una persona mucho más instruida que da comienzo a la definición de sus dotes literarias. En esta etapa, es considerado un alumno “revolucionario” como le diría McCann, compañero de estudios con quien no compartía opiniones. En este proceso, enamorado y no correspondido, el protagonista decide escribir y culmina por desarrollar sus facultades de escritor que en un comienzo le avergüenza mostrar, pero esa transición se culmina y continúa con su literatura escribiendo en su diario.
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Opinión Aquileana:
Una gran novela de Joyce, que proyecta experiencias vivenciales propias, tendientes a converger en un único punto sublime punto: la Trascendencia Iluminadora del Arte. La recomiendo.-
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James Joyce (1882 / 1941).-
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Frases de “Retrato del Artista Adolescente” /
“Portrait of an Artist as a Young Man”:
“El resplandor del fuego subía y bajaba por la pared. Hacía como las olas. Alguien había echado carbón y él había sentido que hablaban. Estaban hablando. Era el ruido de las olas. O quizá las olas estaban hablando entre sí, al subir y al bajar”.
“Un temblor se apoderó de él y sus ojos se nublaron. Y ante su confusa vista, las llamas amarillas del gas se elevaban contra un cielo cubierto de nieblas, ardiendo como ante un altar. En los umbrales de las puertas y en los vestíbulos iluminados, había grupos misteriosos dispuestos como para un rito. Era otro mundo distinto: se había despertado de una soñolencia de centurias”.
“Una fría y lúcida indiferencia reinaba en su alma. Tras su primero y violento pecado sintió que una onda de vitalidad había fluido de él y temió no quedaran su alma o su cuerpo mutilados por el exceso. Mas, no; la onda vital se lo había llevado en su seno para devolverle otra vez en el reflujo. Y ni su alma ni su cuerpo habían sido mutilados, y una paz sombría se había establecido entre ellos. El caos en el cual su ardor se extinguía era el frío e indiferente conocimiento de sí mismo”.
“De qué le servía rezar si sabía que su alma estaba anhelando la propia destrucción? Algo que era orgullo o temor le impedía el ofrecer a Dios ni siquiera una plegaria por la noche, aunque sabía que estaba en la mano de Dios el arrebatarle la vida durante el sueño y precipitarle en el infierno, sin darle tiempo ni aun de pedir clemencia. El orgullo de su culpa, y su frío temor de Dios, le decían que su ofensa era demasiado grave para que pudiera ser reparada, ni total ni parcialmente, por un falso homenaje dirigido al que todo lo ve y todo lo sabe.”
“La justicia de Dios tenía que ser todavía vindicada ante los hombres. Tras el juicio particular quedaba aún el juicio universal. El último día había llegado. El juicio final se acercaba. Las estrellas del cielo caían sobre la tierra como los higos arrancados de la higuera que el huracán agita. El sol, la gran luminaria del universo, se había convertido en un saco de cilicio. El arcángel San Miguel, el príncipe de la milicia celestial, aparecía glorioso y terrible sobre el cielo. Con un pie sobre el mar y el otro sobre la tierra, anunciaba con su trompeta arcangélica la consumación de los tiempos. Los tres toques del arcángel llenaban el universo. Tiempo hay, tiempo hubo, pero no lo habrá ya”.
De todas las penas espirituales, la incomparablemente mayor es la pena de daño. -La segunda pena que afligirá las almas de los condenados en el infierno es la pena de conciencia. La siguiente pena espiritual, a la cual los condenados están sujetos, es la pena de extensión. Opuesta a la pena de extensión, y, sin embargo, coexistente con ella, tenemos la pena de intensidad. El infierno es el centro de los males, y, como sabéis, las cosas son más intensas en su centro que en sus puntos remotos. La última tortura, la que sirve de remate a todas las otras del infierno, es su eternidad”.
“Las acechanzas del mundo eran los caminos mundanales del pecado. Caería. No había caído aún pero caería silenciosamente, en un momento. El no caer era demasiado duro, demasiado duro; y sintió la silenciosa caída de su alma tal como había de llegar a su hora. Caía, caía. No estaba caída aún, pero sí a punto de caer”.
“Gradualmente, según su alma se iba enriqueciendo en conocimiento espiritual, iba viendo cómo el mundo todo formaba una expresión simétrica del poder y el amor de Dios. La vida se convertía en un don divino, y por cada sensación, por cada momento de él, su alma tenía que alabar y dar gracias a Dios, aunque no fuera más que de ver cómo colgaba una hoja de la rama de un árbol. El mundo, no obstante su solidez y su complejidad, ya no existía para Stephen más que como un teorema de la universalidad, el amor y el poder divinos”.
“La emoción trágica, efectivamente, es una cara que mira en dos direcciones: hacia el terror y hacia la piedad, y ambos son fases de ella. Habrás visto que uso la palabra paraliza. Quiero decir que la emoción trágica es estática. O más bien que la emoción dramática lo es. Los sentimientos excitados por un arte impuro son cinéticos, deseo y repulsión. El deseo nos incita a la posesión, a movernos hacia algo; la repulsión nos incita al abandono, a apartarnos de algo. Las artes que sugieren estos sentimientos, pornográficas o didácticas, no son, por tanto, artes puras. La emoción estética es por consiguiente estática. El espíritu queda paralizado por encima de todo deseo, de toda repulsión”.
“La columna que se elevaba sobre él le hizo recordar vagamente un templo antiguo, y la vara de fresno en la que cansadamente se apoyaba trajo a su memoria el bastón curvado de un augur. Un temor a lo desconocido latió allá en las entrañas de su cansancio, temor a símbolos y a portentos, temor al hombre-halcón cuyo nombre llevaba, al hombre que trata de evadirse de su cautividad volando con alas de mimbres entretejidos, temor a Thoth, el dios de los escritores”.
“Una galería larga y en curva. Columnas de vapores obscuros que ascienden del suelo. La galería está poblada de figuras petrificadas de reyes fabulosos. Tienen las manos recogidas sobre las rodillas en señal de cansancio, y sus ojos están obscurecidos por los errores de los hombres, que como negros vapores suben al espacio delante de ellos”.
“La personalidad del artista, primeramente un grito, una canción, una humorada, más tarde una narración fluida y superficial, llega por fin como a evaporarse fuera de la existencia, a impersonalizarse, por decirlo así. La imagen estética en la forma dramática es sólo vida purificada dentro de la imaginación humana y reproyectada por ella. El misterio de la estética, como el de la creación material, está ya consumado. El artista, como el Dios de la creación, permanece dentro, o detrás, o más allá, o por encima de su obra, trasfundido, evaporado de la existencia”.
“Brazos blancos de los caminos, promesa de estrechos abrazos, y brazos negros de los enormes buques que, levantados contra la luna, hablan de otros países apartados. Y están extendidos para decirme: Estamos solos, ¡ven! Y sus voces me llaman: Nosotros somos tus allegados. Y pueblan el aire y me llaman, a mí, a su semejante, ya prestos a partir, agitando las alas de su exultante y terrible juventud… Salgo a buscar por millonésima vez la realidad de la experiencia y a forjar en la fragua de mi espíritu la conciencia increada de mi raza. Antepasado mío, antiguo artífice, ampárame ahora y siempre con tu ayuda”.
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Descargar “Retrato del Artista Adolescente”:
http://www.ciudadseva.com/textos/novela/retrato.htm
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Links Post: http://es.wikipedia.org/wiki/Retrato_del_artista_adolescente
http://www.martincid.com/Autores/joyce.php
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Hola Aquileana:
Me gustó mucho la reseña y los extractos. ¿Es posible identificarse con un escritor de esta calidad aún sin tener su talento? Tal vez sí, depende en qué consista la relación.
Esta obra se me antoja como para analizarla y compartirla con mi hijo cuando tenga edad.
Un abrazo.
Rafael
Hola Rafael->>>
De acuerdo con que la identificación es posible (si bien lo planteabas como una pregunta, leo implícita una afirmación subyacente…).
Que quede, pues, Joyce para la posteridad venidera.
Un abrazo también para vos,
Aquileana 🙂
¿Qué tal, Aquileana? Es un placer volver a leerte.
El despliegue de imaginación en la creación de situaciones y en el juego con los giros idiomáticos tradicionales es una marca típica de Joyce.
Siempre víctima de la avinagrada desconfianza de los cerrados de mollera, el genial dublinés ha sido progresiva y tristemente abandonado por el mundo editorial en los últimos años, a consecuencia, probablemente, de una desafortunada confusión; la de ver insubstancialidad –sobre todo en su “Finnegans Wake”– donde no hay sino despreocupación; la de tomar por desaprensivo su carácter de crítico total, cuando se trata de un escritor librepensador, y como tal debiera ser estimado.
Veo que mantienes tu blog en óptimas condiciones.
Un saludo cordial.
Zenocrat
PS. Ya volví de Samoa. Llegué allá en busca del “Trifinus Melancolicus, pero desgraciadamente no pude encontrarlo.
Hola querido Zenocrat->>>
Me han impactado tus reflexiones en torno a Joyce, sobre todo lo que plantéas en relación al despliegue de situaciones, pues es algo que de alguna manera intuí en esta lectura de “Retrato del Artista Adolescente”, y de algunos cuentos de “Dublinesses”. Me queda pendiente “Ulysses”, pero debo tomar coraje. ¿Lo has leído?…
Bueno, espero que andes bien tras tus periplos y travesías por los confines del mundo, y que retornes a tus fructíferas producciones en la blogósfera…
Gracias por tu visita de paso.
Saludos y Grandes Afectos, Aquileana 🙂
PD: Comentame a qué te referís con “Trifinus Melancolicus” ( me perdí el guiño de complicidad… Sorry!!! ).-
Querida Aquileana… Creo que te sobra coraje para abordar a Leopold Bloom y tomarte unas ‘pintas’ con él. Te gustará el tipo.
Sí, claro, me leí completito el Ulysses cuando tenía 17 años (“después de vivir un siglo”). Posteriormente lo he releído varias veces en inglés. Gana mucho en versión original.
Ah sí, me olvidaba: el “Trifunus Melancolicus”… Cómo explicarte … Se trata de una especie de extraño bacilo que cura la lepra del alma, ¿entendés? 😉
Todo mi afecto también para vos.
Zenocrat
Hi Zenocrat->>>
Te tendré al tanto cuando me sienta con los bríos necesarios…
Por cierto, algo prematuro ( en sentido positivo del término) lo de la lectura de tan colosal y laberíntica novela a los 17 años. Bien por lo intrépido de tu caracter artista adolescente, siguiendo con la línea de Joyce… Y se me ocurre que leerlo en inglés debe ser una gloria…
Tengo en cuenta lo del Trifunus Melancolicus. Una especie de búsqueda del santo Grial pero contra el Spléen baudelareano, digamos; a ver si le acerté con el símil…
Te mando grandes afectos; Zenocrat…
Aquileana 🙂
Querida Aquileana:
Terminaré lo que estaba diciendo acerca de la belleza -dijo Stephen-. Las más satisfactorias relaciones de lo sensible deben por tanto corresponderse con las fases indispensables de la aprehensión estética. Si podemos encontrar éstas, habremos hallado las cualidades de la belleza universal.
Aquino dice: Ad pulchritudinem tria requiruntur integritas, consonantia, claritas. Lo cual yo traduzco así: Tres cosas son precisas en la belleza: integridad, armonía, luminosidad. ¿Se corresponden estas cualidades con las fases de mi aprehensión? ¿Me estás siguiendo?
¿Cómo puedo interpretar esto? Qué quiere decir Joyce con la cuestión de la aprehensión estética…
Yo lo interpreto en un sentido platónico: la aprehensión depende de una cierta particular de predisposición anímica innata diríamos, en el mismo sentido que le daría Kant a la expresión de lo Bello y lo Sublime…
De la trilogía citada de Joyce a propósito de Santo Tomás creo que la más fundante en el sentido eidético/estético es la luminosidad porque os extensivo de los dos otros términos…
Un Gran Saludo, Alejandra;
Aquileana 🙂
Muchas gracias, Aquileana, tenía esta duda, yo puedo interpretar además que la belleza en sí no se encuentra en un objeto al que percibimos bello, sino que podemos hallarla en estas fases de aprehensión que propone Joyce, a través de Stephen… gracias, tus apreciaciones me servirán mucho, pues estoy armando una interpretación de esta, es un trabajo que tengo que hacer para la universidad.
Saludos
Alejandra 😀
Como llegue aqui?
Bueno, digamos que surfeando la net en busca de interpretaciónes e ideas para mi tesis de Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesa me topé con comentarios mas que interesantes con respecto a la obra que pretendo abordar.
Ya que veo que este sitio es frecuentado por expertos Joyceanos, quizá logre que alguno de ellos me extienda una mano en torno al tema de la Masculinidad en A portrait….
Anyway, thanks everybody! Hope to hearing form you soon.
My regards….
Molly.
Hola Aquileana, te comento que soy maestra de literatura y me gustaría que me ayudara alguien dándome ideas para comentar y reflexionar sobre la novela Retrato de un artista adolescente. Seria sensacional si fueran desde el punto de vista filosófico.
Gracias! Elsa
[…] temprana edad. No me extraña que los responsables de la presente muestra se hayan acordado y citen El retrato de un artista como adolescente, la célebre novela autobiográfica de James Joyce, porque puede trasladarse a la perfección al […]
[…] temprana edad. No me extraña que los responsables de la presente muestra se hayan acordado y citen El retrato de un artista como adolescente, la célebre novela autobiográfica de James Joyce, porque puede trasladarse a la perfección al […]