La Ciudad Panóptico/Penitenciaria.-
Como acontece en otros casos, la literatura y la ficción ya han vaticinado el negro destino penitenciario que les podría corresponder a las ciudades en un futuro no muy lejano. Si en los albores de la modernidad Poe y Baudelaire ponen en escena por primera vez a la metrópolis como refugio de asociales, perseguidos y abandonados pero sobre todo como espacio peligroso y criminal donde el crimen brilla por su ausencia, la maquinaria del control social fija su objetivo, y moderniza sus procedimientos, en la tarea de seguirle los rastros a este hombre masificado. Y es en Kafka donde se lee la precariedad existencial del sujeto moderno, autor de un crimen siempre desconocido, juzgado por leyes y autoridades igualmente desconocidas, arbitrarias y decadentes, tan pero tan actual en nuestros días. O en Roberto Arlt, que ya en la moderna Buenos Aires de la década del 20 intuye, como Kafka, que cualquier fuga de lo real será imposible, por lo que sus personajes tendrán que resistir con ficciones e inventos a la ciudad-máquina de la que son sus residuos dehechables y que tarde o temprano siempre los llevará a la catástrofe. También desde el cine: la metrópolis de Blade Runner es el resultado de una eficiente tecnología de control espacial frente a la abrumadora desproporción entre libres y esclavizados. Los edificios blindados con forma de pirámide trunca, reminiscencia arcaica de jerarquía y poder sagrado, gobiernan los cielos para asegurarse la tierra donde habita el pueblo atrapado en las calles y sofocado por el humo y las promesas de paraísos remotos que le proyectan pantallas gigantes. En la actualidad, y en la realidad, los barrios marginales de América y de Europa, rigurosamente vigilados social y policialmente, constituirían un paso más en aquella práctica de rastreo de las masas siempre sospechosas y el inicio de esta inversión de los conceptos de adentro y afuera; el empobrecimiento de la cultura, los accesos cada vez más restringidos a la educación y la retirada del pensamiento crítico conformarían a la vez la garantía necesaria para el funcionamiento sin mayores sobresaltos de esta nueva maquinaria que tiende a fusionar la metrópolis con la penitenciaría.-
Link: http://www.revistacontratiempo.com.ar/ciudad_penal.htm
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Un diálogo sobre el poder. Gilles Deleuze / Michel Foucault.-Foucault: Acerca de la prisión. (Extracto de la Entrevista).-
Cuando los prisioneros se han puesto a hablar, ya tenían una teoría de la prisión, de la penalidad, de la justicia. Esta especie de discurso contra el poder, este contra-discurso mantenido por los prisioneros o por los llamados delincuentes, eso es lo que cuenta y no una teoría sobre la delincuencia. Este problema de la prisión es un problema local y marginal, ya que no pasan más de 100.000 personas por año por las prisiones: en la actualidad en Francia tal vez hay 300 o 400.000 personas que han pasado por la prisión. Ahora bien, este problema marginal conmueve a la gente. Me sorprendió ver cómo podía interesarse por el problema de las prisiones tanta gente que no estaba predestinada a entender este discurso de los detenidos y cómo finalmente lo entendían. ¿Cómo explicarlo? ¿No ocurrirá que, de un modo general, el sistema penal es la forma en la que el poder en tanto que poder se muestra del modo más manifiesto? Meter a alguien en la prisión, mantenerlo en la prisión, privarle de alimento, de calor, impedirle salir, hacer el amor…etc., ahí tenemos la manifestación de poder más delirante que uno pueda imaginar. La prisión es el único lugar donde el poder puede manifestarse en su desnudez, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. “Tengo razón en castigar, puesto que tú sabes que está mal robar, matar…” Esto es lo fascinante de las prisiones; por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como feroz tiranía en los más ínfimos detalles, cínicamente, y al mismo tiempo es puro, está enteramente “justificado”, puesto que puede formularse enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su bruta tiranía aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden.
Pienso que, por debajo del odio que el pueblo tiene a la justicia, a los jueces, tribunales y prisiones, no hay que ver tan sólo la idea de otra justicia mejor y más justa, sino, en primer lugar y ante todo, la percepción de un punto singular en el que el poder se ejerce a expensas del pueblo. La lucha antijudicial es una lucha contra el poder y yo no creo que sea una lucha contra las injusticias, contra las injusticias de la justicia, y una mejora en el funcionamiento de la institución judicial. A pesar de todo, es sorprendente que cada vez que ha habido motines, rebeliones, sediciones, el aparato judicial ha sido el blanco, al mismo tiempo y del mismo modo que el aparato fiscal, el ejército y las otras formas del poder. Mi hipótesis, pero no es más que una hipótesis, es que los tribunales populares, por ejemplo, en el momento de la Revolución, fueron, para la pequeña burguesía aliada a las masas, un modo de recuperar, de recobrar el movimiento de lucha contra la justicia. Y para recuperarlo, propusieron este sistema del tribunal que se refiere a una justicia que podría ser justa, a un juez que podría dictar una sentencia justa. La misma forma del tribunal pertenece a una ideología de la justicia que es la de la burguesía.
Link: http://www.revistacontratiempo.com.ar/foucault_deleuze.htm
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>BY THE WAY: MOMO.-
Invito a los miembros de “La Audacia de Aquiles” a escuchar el tema “Los Jardines de Occidente”, del grupo Momo , del querido amigo, Lisis, de “La Muerte Geométrica de Sócrates”:
Link Site Momo: http://momomusic.net/indexDEF.html
Link Blog Lisis: http://lisis.wordpress.com/
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Bonustrack: Caetano Veloso – Livros .-
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