Roland Barthes:
“Fragmentos de un Discurso Amoroso”:
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“Mis angustias de conducta son fútiles, incesantemente cada vez más fútiles, al infinito. Es fútil lo que aparentemente no tiene, no tendrá, consecuencias. Pero para mí, sujeto amoroso, todo lo que es nuevo, lo que altera, no se recibe como si fuera un hecho sino como si fuera un signo que es necesario interpretar. Desde el punto de vista amoroso, es el signo, no el hecho, el que es consecuente (por su resonancia). Todo significa: mediante esta proposición yo me fraguo, me impido gozar”. Roland Barthes. “Fragmentos de un Discurso Amoroso”.-
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Para poder interrogar al destino es necesaria una pregunta alternativa (Me quiere / No me quiere), un objeto susceptible de una variación simple (Caerá / No caerá) y una fuerza exterior (divinidad, azar, viento) que marque uno de los polos de la variación. Planteo siempre la misma pregunta (¿seré amado?), y esta pregunta es alternativa: todo o nada; no concibe que las cosas maduren, que sean sustraídas a la oportunidad del deseo. No soy dialéctico. La dialéctica diría: la hoja no caerá, y después cae; pero entretanto habrás cambiado y no te plantearás ya la pregunta.
El enamorado delira (“desplaza el sentimiento de los valores”), pero su delirio es tonto. El daimon de Sócrates le soplaba: no. Mi daimon es por el contrario mi tonteria: como el asno nietzscheano digo sí a todo, en el campo del amor. Me obstino, rechazo el aprendizaje, repito la misma conducta; no se me puede educar – y yo mismo no lo puedo hacer; mi discurso es continuamente irreflexivo; no sé ordenarlo, graduarlo, disponer de enfoques, las comillas; hablo siempre en primer grado; me mantengo en un delirio prudente, ajustado, discreto, domesticado, trivializado por la literatura. Todo lo que es anacrónico es obsceno. Como divinidad (moderna), la Historia es represiva, la Historia nos prohíbe ser inactuales. Del pasado no soportamos más que la ruina, el monumento, el kitsch o el retro, que es divertido; reducimos ese pasado a su sola rúbrica. El sentimiento amoroso está pasado de moda (demodé), pero ese demodé no puede siquiera ser recuperado como espectáculo: el amor cae fuera del tiempo interesante; ningún sentido histórico, polémico, puede serle conferido; es en esto que es obsceno. En la vida amorosa, la trama de los incidentes es de una increíble futilidad, y esta futilidad, unida a la mayor formalidad, es sin duda inconveniente. Cuando imagino seriamente suicidarme por una llamada telefónica que no llega, se produce una obscenidd tan grande como cuando, en Sado, el papa sodomiza a un pavo. Pero la obscenidad sentimental es menos extraña, y eso es lo que la hace más abyecta; nada puede superar el inconveniente de un sujeto que se hunde porque su otro adopta un aire ausente.
El incidente es fútil (siempre es fútil) pero va a atraer hacia sí todo mi lenguaje. Lo transformo enseguida en acontecimiento importante, pensado por algo que se parece al destino. Es una capa que cae sobre mí arrastrándolo todo. Cicunstancias innumerables y tenues tejen así el velo negro de la Maya; el tapiz de las ilusiones, de los sentidos, de las palabras.Como un pensamiento diurno enviado a un sueño, será el incidente el empresario del discurso amoroso, que va a fructificar gracias al capital de lo Imaginario. En el incidente no es la causa lo que me retiene y repercute en mí, es la estructura. No recrimino, no sospecho, no busco las causas; veo con pavor la extensión de la situación en la que estoy preso; no soy el hombre del resentimiento, sino el de la fatalidad. El incidente es para mí un signo, no un indicio: el elemento de un sistema, no la eflorescencia de una causalidad.
Denominación de la unión total: es el “único y simple placer” (Aristóteles), “el gozo sin mancha y sin mezcla, la perfección de los sueños, el término de todas las promesas” (Ibn Hazm), “la magnificiencia divina” (Novalis), es: la paz indivisa. O también: el colmamiento de la propiedad; sueño que gozamos el uno del otro según una apropiación absoluta; es la unión furtiva, la fruición del amor. “A su mitad, vuelvo a pegar mi mitad.” Salgo de ver un film. Un personaje evoca a Platón y el Andrógino. Se diría que todo el mundo conoce la maña de las dos mitades que buscan volverse a unir (el deseo, lo es de carecer de lo que se tiene -y de dar lo que no se tiene: cuestión de suplemento, no de complemento).
La Naturaleza, la sabiduría, el mito, dicen que no hay que buscar la unión (la anfimixtión) fuera de la división de papeles, sino de los sexos: tal es la razón de la pareja. El sueño, excéntrico (escandaloso), dice la imagen contraria. En la forma dual que fantasmo, quiero que hay un punto sin otra parte, suspiro por una estructura centrada, ponderada por la consistencia del Mismo: si todo no está en dos, ¿para qué luchar? Mejor volverme a meter en el curso de lo múltiple. Basta para consumar ese todo que deseo (insiste el sueño) que uno y otro carezcamos de lugar: que podamos mágicamente sustituirnos uno al otro: que advenga el reino “uno por el otro“, como si fuéramos los vocablos de una lengua nueva y extraña, en la que sería absolutamente lícito emplear una palabra por otra. Esta unión carecería de límites, no por la amplitud de su expansión, sino por la diferencia de sus permutaciones.
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Roland Barthes (1915/1980).-
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Links Post:
http://www.toposytropos.com.ar/N2/decires/dimension1.htm
http://www.enfocarte.com/7.32/barthes.html
http://www.luchalibro.cl/2009/10/20/mitologias-roland-barthes-1957/
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Tus textos, elegir un texto es ser uno en lo elegido, son siempre exactos, como si adivinaras, en mi caso, la forma en que vengo leyendo a Barthes desde hace tanto tiempo. Los fragmentos de su discurso amoroso no parecen tener comparación con otro análisis del amor o tal vez sólo la tengan con el mismo Barthes y no se trata de un lugar común, de una redundancia, de una paradoja. A diferencia tuya, Aquileana, mi lectura de Barthes es la de un profano interesado, tanto que escribí, por influencia de ese texto, un “Fragmentos de un poema erótico” (1990-1992) que publiqué en una revista, “Ayre”, dirigida por Eleonora Traficante, que murió demasiado joven para poder continuar su publicación. ¿Te puedo copiar el comienzo? “Estallido del deseo en los espejos / (es difícil decir cuando comenzó, pero / fue desde un balcón mirando una plaza/ ella pasaba con su uniforme y la /mirada era una foto) / estallido del deseo /ella ha iniciado su seducción (deduccción) muy / quedamente, en voz baja, como una flor / entre los párpados del azul observo /su cuerpo / su movimiento…”. Te lo copìaré de ser posible. En cuánto a Barthes, es en uno de sus libros, “Barthes por Barthes”, donde se encuentra la definición más exacta de lo que algunos entendemos es o deberia ser el liberalismo en estos tiempos de penuria. ¿Has leído las páginas que le dedicó Italo Calvino cuando su accidente y su posterior muerte? Son conmovedoras, creo que de esa manera Calvino dedicaba a Barthes algo que sería muy pobre llamar un homenaje. Gracias Aquileana por el envío, porque aún en lo colectivo puede sentirse (puedo sentirlo) como personal. Tal vez allí se encuentre el hallazgo de los textos que vos elegís- Gary Vila Ortiz. Rosario. Argentina. ¿Recibiste mi mensaje sobre mi neumonía de la cual me estoy recuperando lentamente? No creo que interese demasiado, pero te lo contaba en lo que enviaste de Soriano. Gracias otra vez-
MUY CONMOVEDOR EL TEXTO, GARY ESTIMADÍSIMO…
ESRO QUE TU RECUPERACIÓN SEA TOTAL Y PRONTA…
UN ABRAZO, AQUILEANA 🙂
Como siempre tus posts son magníficos…el libro de Barthes me impactó e hizo mella en mi mente por un largo tiempo…pienso que Fragmentos de un discurso amoroso es insuperable!
Caetano Veloso, un clásico ya de la música en mayúsculas…contrapunto o acompañante ideal …
Tus posts, querida Aquileana, me han hecho releer algunas páginas de la obra de Barthes y al mismo tiempo otras obras de carácter filosófico. Estoy leyendo (gracias a la neumonía y al reposo obligado) con pasión a Elisabeth Roudinesco. Leo y marco sus páginas. Debés conocerla y mejor que yo , claro, pero me permito el atrevimiento de una recomendación. El libro “Filófofos en la tormenta”, en especial el capítulo dedicado a Louis Althusser. Es terrible y provoca un temblor su lectura. Recordarás que el filósofo mató a su mujer en un acto de locura y se entregó, pero fue declarado loco. El análisis de Roudinesco, y ella misma lo dice, parece un argumento para un relato espeluznante contado por Hitchcock. ¿Sería algo interesante para tu post? Creo que sí, pues se presta a múltiples comentarios. Un abrazo, gracias por tu preocupación. Estoy mejor. Gary Vila Ortiz. Rosario. Argentina.
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¡cúanta sabiduría!, poder expresar estos sentimientos es cuasi un milagro. gracias por ellos. mma