Orhan Pamuk: “Nieve”:
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Reseña:
“Si comprender consisste en poder ponernos en el lugar de alguien distinto, ¿han podido alguna vez comprender los poderosos y los ricos del mundo a los miles de millones de pobres que viven al margen?”. (Ibd Orhan Pamuk. “Nieve”).-
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La premisa que da curso inicial a “Nieve” de Orhan Pamuk, es compleja: las jóvenes musulmanas que se suicidan porque se las obliga a quitarse el velo (charshaf) desobedeciendo, al mismo tiempo, a Occidente y al Islam. Un personaje venido de otra parte sirve, como es costumbre, de observador. Ese hombre es Ka, un poeta exiliado en Alemania. Vuelve a Turquía, precisamente a Kars, un pequeño pueblo perdido en los confines de Anatolia, en el extremo oriental del país, lindante con la frontera con Armenia. Oficialmente el propósito de su retorno es para escribir una serie de artículos para un periódico de la capital “La República”, sobre las elecciones municipales en Kars -que por boca de urna ganarían los islamistas- y, aún con más profundidad, la cuestión ya aludida de la serie de suicidios de las jóvenes musulmanas. Sin embargo, el móvil personal del protagonista es otro: encontrarse con la bella Ipek, a quien conoció en su pasado de estudiante, casarse y volver con ella a Francfurt. Ka se verá rodeado por una serie de eventos políticos “surrealistas”, llevados acabo por grupos progresistas en círculos teatrales, que a la manera shakespereana de Hamlet, confundirán lo Verosímil con lo Real, al punto tal de asistir los espectadores a “muertes bien reales” sobre las tablas (VER DEBAJO: “SUNAY: El TEATRO/LA VIDA/LA MUERTE” ). Como contrapartida de “la movida cultural”, el Estado intensifica la política de los Servicios Secretos, con estrategias ya conocidas como las ya clásicas escuchas y grabaciones. ¿Golpe de Estado o Golpe del Estado?. Inspirado por estos sucesos, y mientras Ka se acerca a Ipek y otros personajes no menos queribles como Azul, Sunay y Kapek, el poeta creará una serie de diecinueve poemas, inspirándose en la atmósfera anacrónicamente invernal de Kar. Estos poemas serán publicados en el extranjero en un libro llamado “Nieve”. Kar los organizará en torno a la estructura de tipo mandala-fractal de un copo de nieve de seis puntas (El copo de nieve no es sólo “El Libro”, sino el símbolo infinito de “Un Mundo Constelado: el de la creación poética surgida a partir las propias experiencias de Ka en Kar”). Tras un desenlace abrupto y una pérdida irreparable para el poeta Ka, éste retornará decepcionado y solo a Alemania. Desde Frankfurt le escribirá a su entrañable amigo Orhan (valga la identidad con el nombre del propio autor, Orhan Pamuk) contándole accerca de la culminación de su libro y explicándole que la mayor parte de los poemas, escritos en Kars habían sido resultado de “destellos de inspiración repentinos” . A ello sumará la explicación orgánica de la analogía existente entre la estructura del libro y el copo de “Nieve”, comentándole en una carta que tras volver de Turquía a Frankfurt sintió que estos poemas se complementaban y organizaban de acuerdo a una lógica “profunda y misteriosa” y que le llevó cuatro años en Alemania develar. La Lógica de la estructura del libro “Nieve” nos es finalmente revelada por este narrador que aparece al final como un testigo foráneo a todos los acontecimientos del libro de Pamuk. Orhan (¿el propio Orhan Pamuk? …) la descubre al leer uno de los cuadernos verdes con copia de de poemas de Kar (VER DEBAJO: “NIEVE”: “LOS DIECINUEVE POEMAS SEGÚN SU LUGAR EN EL LIBRO QUE FORMA EL COPO DE NIEVE DEL POETA KAR”:).
En “Nieve” se explicita la intención de Orhan Pamuk: escribir una fábula sobre el atribulado presente turco y para ello, en vez de intentar un mural, acota su objeto. Del país toma un solo pueblo –Kars, en la frontera con Armenia–, y del pueblo, sus habitantes más tópicos: el islamista radical, el ilustrado insatisfecho, el demócrata moderado, alguna mujer insumisa y varios jóvenes musulmanes. Ni siquiera el tiempo es expansivo: todo ocurre durante tres días, mientras el pueblo permanece incomunicado debido a las nevadas. Ante el encierro, los personajes se conjugan y escenifican un furtivo golpe de Estado como si el vértigo del cambio fuera el dínamo. Ante el golpe, cada individuo expone, casi elementalmente, su visión del mundo. La pregunta ineludible que surge tras la lectura de esta ecléctica novela es: ¿Puede retratarse el Oriente mediante una novela? ¿Es posible escribir una novela sobre las tensiones entre Oriente y Occidente sin tomar partido?. La novela es un producto occidental y vota, automáticamente, por Occidente. ¿Cómo escribir entonces ese oxímoron, una novela turca?. Aunque el género vota por la occidentalización, felizmente, Pamuk se resiste a secundar esa postura. Pamuk es un narrador desgarrado entre su nacionalidad y su género literario. Desea entregar, contra unos y otros, un turbio retrato de Turquía, y eso lo hace con maestría.-
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Frases de “Nieve”:
1) “La Nieve”:
“Los copos eran más grandes y tenían más fuerza que los de nieve que le habían acompañado a lo largo d etodo el viaje de Estambul a Erzurum… Con la mirada clavada en el cielo, no consideraba los copos cada vez más grandes que esparcía el viento comos ignos de un desaastre que se aproximaba sino como señales de que por fin había regresado a la felicidad y pureza de los días de su infancia”…
“La nieve caía lentamente en grandes copos que llenaban la mirada… Ka recordó las noches nevadas de su infancia, en tiempos en Estambul también se cortaba la electricidad por la nieve y las tormentas, cuando en su casa escuchaban susurros de imploraciones pías -Dios nos proteja- que aceleraban el corazón infantil y Ka se sentía feliz de tener una familia”…
“La nieve, al cubrir la suciedad, el barro y la oscuridad de la ciudad, siempre despertaba en él una olvidada impresión de pureza, pero Ka perdió aquella sensación de inocencia con respecto a al nieve el primer día que llegó a Kars. Allí la nieve era algo cansino, agotador, terrorífico… Parecía que hubiera una relación entre el fin de aquellos interminables inviernos y el desplome, el empobrecimiento y la infelicidad de la ciudad”…
“Ipek y ella (Kadife) cuando eran niñas siempre habían querido que nevara más: la nieve despertaba en ellas la sensación de la belleza de la vida y le hacía sentir a Kadife que las personas se parecían y que el universo y el tiempo eran muy vastos mientras que el mundo de los humanos era demasiado angosto. Por eso cuando nevaba las gentes se aproximaban unas a otras. Era como si la nieve cayera sobre todas las enemistades, sobre todos los enojos y furores, y les acercara“…
♣ “NIEVE”: LOS DIECINUEVE POEMAS SEGÚN SU LUGAR EN EL LIBRO QUE FORMA EL COPO DE NIEVE DE SEIS PUNTAS DEL POETA KAR:
(2) LÓGICA: 1 Nieve, 2 Simetría oculta, 3 La Amistad de las Estrellas, 9 Desesperaciones, Sificultades, 12 Toda la Humanidad y las Estrellas, 15 Ajedrez.
(2) MEMORIA: 5 Donde Dios no existe. 6 La Noche de la Revolución. 7 Calles de Ensueño. 14 Morir a Tiros, 17 El Perro, 19 El lugar donde se acaba el Mundo.
(2) FANTASÍA: 4 La caja de Chocolatinas. 8 Suicidio y Poder. 11 Seré feliz. 13 Paraíso. 18 Amor, Celos.
CENTRO: 10 YO, Ka.
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2) “El Silencio. Las Simetrías Ocultas. Dios”:
(Ka) “Un tiempo después, los silencios llegaron a ocupar un lugar tan importante en mi vida que ya no oía aquel molesto ruido que debía combatir para poder escribir poesía”.
(Necip) “Islamistas políticos es el nombre que nos ha puesto la prensa occidentalizada y laica a los musulmanes dispuestos a luchar por nuestra religión”.
(Ka) “Mi incredulidad tiene un aparte de orgullo. Pero ahora quiero creer en ese Dios que hace que fuera caiga esa preciosa nieve. Hay un Dios atento a la simetria oculta del mundo, un Dios que puede hacer al hombre más refinado, más civilizado… Pero ese Dios no se encuentra aquí, entre ustedes, está en la noche vacía, en la oscuridad, en la nieve que cae en el corazón de los miserables. Quiero creer en el Dios en el que creen ustedes y ser un simple ciudadano como ustedes, pero estoy confundido a causa del occidental que hay en mí”…
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3) “La Realidad del Teatro o La Ficción de la Vida”:
(Sunay) “Hegel fue el primero en darse cuenta de que la Historia y el Teatro están hechos con los mismos materiales. Nos recuerda que, como en el Teatro, la Historia entrega los papeles a ciertas personas. Y que, como en el escenario, también en la escena de la Historia sobresaldrán los audaces… Un buen actor representa las fuerzas que la Historia ha ido acumulando durante siglos y siglos en su interior, que se han acumulado en un rincón y han estallado pero que nunca han salido a la luz ni han sido expresadas. A lo largo de toda su vida, en los lugares más remotos, por los caminos más inexplorados, en los escenarios más apartados, busca la voz que le concederá una auténtica Libertad. Y cuando la encuentra es necesario que siga hasta el final sin miedo”.
¡Qué estúpido es todo! – dijo Sunay- . Nadie entiende el arte moderno, ¡nunca podrán ser modernos!…
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4) “La Simetría Oculta de la Tradición revela el Progreso”: “Occidente/Oriente: Ka & Azul”:
“La mente de Ka se concentraba en Azul. El azul de sus ojos se acercaba a un azul marino insólito en un turco. Tenía un atractivo que procedía de su confianza en sí mismo. En su porte, en su actitud y en su apariencia externa no había nada que se pareciera al islamista barbudo, paleto y agresivo que había dibujado la prensa laica, con un rosario en una mano y un arma en la otra“…
(Azul) “Occidente, que al parecer cree más en la Democracia, su gran descubrimiento, que en la palabra de Dios, ¿se opondrá a ese golpe militar antidemocrático en Kars?. ¿O lo importante no son la Democracia, la Libertad y los Derechos Humanos sino que el resto del mundo imite a Occidente como monos?. ¿Puede soportar Occidente que unos enemigos suyos que no se le parecen en nada alcancen la Democracia?.
♣”UNA HISTORIA DEL SEHNAME DE FIRDEVSI”
(RELATADA POR AZUL A KA )
“ÉRASE UNA VEZ EN EL IRÁN UN HÉROE SIN PAR, UN GUERREO INCANSABLE. LLAMÉMOSLE RÜSTEM. EFRASIYAB, EL SHA DE TURÁN, LE DIO TODO EL APOYO EN LA GUERRA CONTRA IRÁN. DESPUÉS DE TODO TIPO DE MALAS JUGADAS DEL DESTINO Y CASUALIDADES SECRETAS TRAMADAS POR EL ALTÍSIMO, EL LEGENDARIO RÜSTEM Y SU HIJIO SUHRAB, SIN SABERLO Y SIN RECONOCERSE , SE ENFRENTARON EN EL CAMPO DE BATALLA. LOS DOS HÉROES COMIENZAN A PELEAR Y DESPUÉS DE HORAS DE LUCHA AMBOS SE RETIRAN BAÑADOS EN SUDOR SIN HABER PODIDO DERROTAR AL OTRO. EL SEGUNDO DÍA, LOS EJÉRCITOS VUELVEN A FORMAR FRENTE Y DE NUEVO PADRE E HIJO DE LANZAN AL FRENTE EN SUS ARMADURAS Y COMIENZAN A PELEAR SIN DARSE CUARTEL. LA SUERTE LE SONRÍE A SUHRAB, QUE DERRIBA A RÜSTEM DEL CABALLO PERO NO LO MATA, SIGUIENDO LA TRADICIÓN DE QUE NO SE CORTA LA CABEZA DEL PALADÍN ENEMIGO EN LA PRIMER VICTORIA… EL TERCER DÍA, RÜSTEM DERRIBA A SUHRAB DE SU CABALLO, LE CLAVA LA ESPADA EN EL PECHO DE UN SOLO GOLPE Y LE MATA. CUANDO RÜSTEM SE DA CUENTA POR EL BRAZALETE DE QUE ES SU PROPIO HIJO A QUIEN ACABA DE MATAR, CAE DE RODILLAS, TOMA EN SU REGAZO EL CADÁVER ENSANGRENTADO Y LLORA”.
(AZUL: SU REFLEXIÓN) →“EN ESTE PUNTO DE LA HISTORIA, YO TAMBIÉN LLORO, NO TANTO PORQUE COMPARTA EL DOLOR DE RÜSTEM, SINO PORQUE COMPRENDO EL SIGNIFICADO DE LA MUERTE DEL POBRE SUHRAB. A SUHRAB, MOVIDO POR EL AMOR A SU PADRE, LE MATA SU PROPIO PADRE. EN ESTE MOMENTO, EL LUGAR DE MI ADMIRACIÓN POR EL AMOR FILIAL DE SUHRAB LO OCUPA UN SENTIMIENTO MÁS PROFUNDO Y MADURO, EL DOLOR SOLEMNE DE RÜSTEM, FIEL A LAS NORMAS Y TRADICIONES… MI ADMIRACIÓN QUE DURANTE TODA LA HISTORIA HAN ESTADO DEL LADO DEL REBELDE E INDIVIDUALISTA SUHRAB, PASAN A SER POR EL FUERTE Y RESPONSABLE RÜSTEM”…
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♣ “A PROPÓSITO DE LAS SIMETRÍAS OCULTAS”:
“EL PRINCIPIO Y EL FINAL DE “NIEVE”, DE ORHAN PAMUK”:
“NIEVE”: “El PRINCIPIO”:
“El silencio de la nieve- pensaba el hombre que estaba sentado inmediatamente detrás del conductor del autobús- Si hubiera sido el principio de un poema, habría llamado a lo que sentía en su interior el silencio de la nieve”…
“NIEVE”: “EL FINAL”:
“Me senté contemplando entre la nieve las luces anaranjadas de las últimas casas de los suburbios, las habitaciones destartaladas donde se veía la televisión, las delgadas, temblorosas y elegantes columnas de humo de las torcidas chimeneas de los tejados cubiertos de nieve y me eché a llorar”…
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Ferit Orhan Pamuk (1952).
Premio Nobel de Literatura 2006.-
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Orhan Pamuk Receives Nobel Prize:
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Fuente Original Post:
Pamuk, Orhan. Nieve (Kar). Buenos Aires. Alfaguara. 2006.-
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Links Post:
http://lailalalami.com/2004/orhan-pamuks-snow/
http://www.powells.com/cgi-bin/biblio?inkey=1-0375406972-2
http://aimez-vous-lire.blogspot.com/2008/03/neige-dorhan-pamuk.html
http://www.astrodatabank.com/NM/PamukOrhan.htm: Carta Astrológica de Pamuk 🙂
http://www.theparisreview.org/viewmedia.php/prmMID/5587: Entrevista a Pamuk.-
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♣ Otros Post de Pamuk en “La Audacia de Aquiles”:
“El Libro Negro”: https://aquileana.wordpress.com/2008/12/29/orhan-pamukel-libro-negro/
“La Casa del Silencio”: https://aquileana.wordpress.com/2009/01/10/orhan-pamuk-la-casa-del-silencio/
“El Castillo Blanco”: https://aquileana.wordpress.com/2009/01/15/orhan-pamuk-el-castillo-blanco/
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“Nieve” es mi libro preferido de Pamuk. Por el ambiente, la poesía, los símbolos. Es algo más que un simple enfrentamiento “Oriente/Occidente”, es algo universal. Por eso, aunque es un libro muy político, muy pegado a la historia reciente de Turquía, creo que aguantará bien el paso del tiempo. La relación entre Ka e Ipek, tan compleja y delicada, es el adecuado contrapunto intimista a la farsa política que tiene lugar en Kars.
Saludos
Allô cher Lautrémont;
Exactas apreciaciones, sobretodo lo referente a la implacabilidad perenne de “Nieve” y al paréntesis que supone en la trama de la grandiosa novela de Pamuk, la relación Ka/Ipek…
Un par de preguntas por volvés:
¿Cómo interpretás la aparición de Orhan al final de la novela?. ¿Es el propio Pamuk?.
Y la frase de Sunay cuando se hace “suicidar” en las tablas por Kadife:
“¡Qué estúpido es todo! – dijo Sunay- . Nadie entiende el arte moderno, ¡nunca podrán ser modernos!”…
Me interesa sobretodo este personaje: Sunay, creo que en él se revela la esencia de muchas simetrías ocultas y frágiles de Mundo que es el Copo de Nieve que sirve de estructura para infinitesimalmente delimitar lo que no es Mensurable en términos racionales…
Un link interesante de “Nieve” y otras obras de Pamuk que encontré después de publicar el post:
http://jojuzapalps.wordpress.com/2007/02/25/orham-pamuk/
Muchas gracias y aprovecho para recomendar este post de tu blog (“Razonando y Desvariando”) que en el apartado 4 tiene algo que también retoma esta noción de probabilidad potencial de la supuesta “simétrica razón”
Link:
http://lautreamontosade.blogspot.com/2009/01/razonando-y-desvariando.html
Saludos; Aquileana 🙂
Pamuk suele ponerse entre sus novelas, como un personaje secundario y a veces hasta ambiental. Por ejemplo en Me Llamo rojo aparece el Orhan niño, con un hermano que pelea todo el tiempo; si lees Estambul: Ciudad y Recuerdos podrás notar que la infanciade Pamuk y su relación con uno de sus hermanos es muy similar a la de Me Llamo rojo. Lo mismo aparece en El Libro Negro y La Casa del Silencio, donde el grupo de chicos que se reunen es propiamente un grupo de amigos de Pamuk, la misma dedicatoria de La Casa del Silencio te puede servir de guía para encontrar lo real en Estambul. esto no quiere decir que sea biográfico, prefiero llamarlo un asunto vital. Hay más coincidencias, los dejo para que disfruten el placer de hallarlos por ustedes mismos.
Hola, Aquileana,
Creo recordar que Orhan sí es Pamuk de una manera más o menos abierta, y que menciona “El libro negro” como suyo en algún momento de la novela. A Pamuk le gustan estos juegos entre realidad y literatura, y supongo que no pudo resistirse a la idea de ser él mismo un personaje más: el narrador, esa especie de Dios no tan omnipotente.
Sunay me pareció el personaje que deja al aire la farsa política que está teniendo lugar. Todo es puro teatro, él mismo lo dice, empezando por la Historia. Su suicidio es una manera de devolver la Verdad al tablado, una manera de decir: es teatro, pero cuidado, tiene consecuencias. O tal vez sea una metáfora sobre cómo una forma de entender el mundo se entrega a su oponente y se suicida, no lo sé.
Un placer leer cada reseña que haces, aunque sólo sea para reencontrarse con los viejos libros.
Saludos.
De los libros de Pamuk, ¿cual me recomendarías que leyera primero?
Salud. Jose.
Gracias, este autor nos entrega una mezcla exquisita de sensibilidad que se huele y se palpa en cada una de sus palabras y de una realidad que se puede tocar con los ojos.
Como siempre, un estupendo aporte. Un abrazo.
Patricia
Gracias y un abrazo cálido tanto para Patricia y a Lautrémont lo mismo y ujn especuial agradecimiento por su participación activa en la labor de “Lectura Dual/Guiada” …
En cuanto a la pregunta que hace Larraz, paso a comentarte, estimado mío, que “Nieve” para mí fue un libro que disfruté muchísimo y logré una profunda comunión con los personajes y un autor al mismo tiempo ignoto ycercano… Sin embargo, debo agregar que “El Libro Negro” es una colosal novela, excelente, magnánima, aunque en relación a “Nieve” me pareció un tanto forzada, preconstruida, digamos: menos espontánea…
Muchos Saludos a los tres 🙂
Aquileana 😉
Ostras… iba a escribir mi propia reseña sobre el libro, que justo acabo de leer, pero creo que con esta ya se dice todo! Muy buena selección de frases del libro, como siempre nuestro amigo Pamuk nos llena los libros de fabulosas reflexiones y frases, me encanta cómo escribe. Esta es fabulosa, pero mi favorita es, sin duda, Me llamo Rojo, no sé si la has leído, es muuuuy extraña y no es la mejor para introducirse en el universo Pamuk, pero es brillante!!
Un saludo!!
Salud///… Gracias por las valoraciones… Personalmente para mí “Nieve” es el mejor libro de Pamuk…
Hasta Pronto 🙂
Aquileana 😉
Nieve es el primer libro de Pamuk que leo, despues de haber leído tantas reseñas de su obra. Me ha encantado. Muy iluminador, tu ensayo crítico. Gracias a los maravillosos escritores/artistas que crean y nos ofrecen mundos en los que podemos ‘vivir’ por unos días o semanas, y de los que después no queremos salir, por más tristes que sean (o, precisamente, porque son tan tristes). Escucho la voz de Pamuk, veo su imagen en la pantalla: qué privilegio!! Y de todo esto, incluso he derivado unas palabras para mi hijo, para mi sobrino, artistas plásticos: saquen su inspiración de la Razón, la Imaginación y la Memoria!
El primero y más que buen comienzo, Irene…
La tristeza y nostalgia condensada en la nieve que cae sobre la ciudad de Kars, el preámbulo de la creación poética…
Y mucho más allá; Occidente…
Saludos y gracias por el comentario;
Aquileana 🙂
Yo leí Nieve y me encantó, hay mucha poesía y además hay guiños a autores que me gustan, como sthendal, turguenieve, luego leí Estambul y sentí pesada la lectura, ahora estoy leyendo el libro negro y me siento bien por habr leído Estambul; Pamuk está invariablemente es estos tres libros, Galip es Pamuk buscando a su mujer que lo ha abandonado, aparece en nieve con el mismo nombre de Orhan; en nieve es un periodista el que llega a Kars, en el libro negro Celal es un periodista…creo que hay muchas partes de Pamuk diseminadas en estos personajes, es Galip y es Celal, es Ka y es Orhan…
[…] Baúl de Long Plays, Lo que leímos, Atisbos, Libroadicto, Arboladura, El Rincón de Orfeo, La audacia de Aquiles y Letras libres. Y una entrevista al autor en El País. GA_googleAddAttr("AdOpt", "1"); […]
Sábado, 24 de diciembre de 2011. Página /12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7574-2011-12-30.html
“EN BUSCA DE LA FELICIDAD VERDADERA”:
Orhan Pamuk es –junto con Vargas Llosa– el Nobel de Literatura cuyo nombre está más ligado a la política: es odiado en su país por hablar del genocidio armenio y ha sido amenazado más de una vez. Sin embargo, sigue viviendo en la misma casa en la que creció y escribiendo libros en los que funciona como un puente extraordinario entre la literatura oriental y la occidental. De paso por Buenos Aires para presentar El novelista ingenuo y el sentimental (Mondadori), habló con Radar de la situación en su país, de la diferencia entre el pensamiento político y el literario, de su admiración por Borges, de sus obsesiones literarias y, sobre todo, de la pasión que atraviesa secretamente sus libros: la pintura.
(Por Juan Pablo Bertazza)
Orhan Pamuk quiso ser pintor a pesar de pertenecer a la cultura islámica que, se sabe, no se lleva nada bien con las imágenes. Nació y vivió toda su vida en Estambul, ciudad con altísimo riesgo sísmico, donde estudió tres años de arquitectura. Aunque nunca ejerció el periodismo, en 1977 se graduó en el Instituto de Periodismo de la Universidad de Estambul, a pesar de haber denunciado en varias oportunidades los ataques contra la libertad de expresión en Turquía.
Todo eso antes de convertirse, finalmente, en escritor, en un país que, según sus propios conceptos, carecía tanto de lectores como de escritores, al menos para la visión de Occidente. Escritor clásico que, a su vez, es uno de los primeros grandes representantes de la literatura turca moderna, Pamuk comenzó a cimentar su fama a nivel internacional a partir de los elogios que le prodigaron tanto John Updike como Margaret Atwood, y también al declarar que en Turquía constituye un verdadero tabú hablar del genocidio armenio. A raíz de tales declaraciones, se le inició un juicio en diciembre de 2004 por “insultar y debilitar la identidad turca”. Sin imaginarse lo que vendría, Pamuk dijo, durante una entrevista de un periódico suizo: “En Turquía mataron a un millón de armenios y a 30.000 kurdos. Nadie habla de ello y a mí me odian por hacerlo”. La primera sentencia le impuso una condena de seis meses, hasta que en enero de 2006 un tribunal abandonó el proceso judicial. Meses más tarde, Pamuk se hacía con el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer turco en recibir el máximo galardón literario.
Por diversas amenazas de muerte y campañas mediáticas en su contra, Pamuk abandonó en reiteradas ocasiones su país, pero nunca el tiempo suficiente como para considerarlo un exilio. En la actualidad, reside la mitad del año en Nueva York, donde enseña literatura en la Universidad de Columbia y el resto en Estambul, en la misma casa donde nació y vivió con su familia toda la vida.
Por estos días, visitó por primera vez nuestro país para presentar su último libro, El novelista ingenuo y el sentimental, serie de conferencias dictadas en Oxford, donde Pamuk reformula el ensayo de Friedrich Schiller Sobre poesía ingenua y poesía sentimental para postular la existencia de dos grandes tipos de novelistas: el novelista ingenuo, aquel que parece escribir de manera inspirada, mística y fluida, como si respondiera a una especie de llamado divino y sin poner en duda jamás aquello que escribe y, por otro lado, el novelista sentimental, escritor reflexivo, algo torturado y, sobre todo, consciente de sus artificios literarios.
Alto, flaco y algo nervioso, Pamuk habla un inglés muy marcado y a lo largo de esta extensa entrevista, por momentos se rasca la cabeza y se acomoda el pelo, por momentos le grita a la traductora “¡¿pero cuál es la pregunta, cuál, cuál, cuál es la pregunta?!” y, de repente, sonríe con ternura para enseguida enojarse y decir “no pienso entrar en esos detalles”, y luego volver a sonreír a la hora de agradecer algún concepto sobre su obra. Durante algunos instantes de la entrevista, Pamuk también esboza en un sobre blanco, con una fina lapicera negra, una taza de café con platito y cuchara, una copa y una botella de vino.
EL PINTOR DE LA VIDA MODERNA
Desde los siete años, Pamuk tenía claro que iba a ser pintor, y de hecho realizó durante esa etapa de su vida diversos cuadros que hoy no conserva. Pero más que tratarse de un mero dato biográfico, es una característica que gravitó en su obra: además de contar con un léxico pictórico y de describir la realidad casi en términos de una paleta de colores, como cuando en su libro Estambul dice sobre la ciudad que aún cargaba con las grandes ruinas del imperio otomano: “Viví el Estambul de mi infancia como las fotografías en blanco y negro, como un lugar en dos colores, oscuro y plomizo, y es así como lo recuerdo”, muchos títulos de sus libros nombran de manera directa un color, o casi: Oscuridad y luz es el título de su primera novela, publicada en 1982 y aun inédita en español, a la que luego seguirían El libro negro, Me llamo Rojo, El castillo blanco, el libro de memorias y entrevistas Otros colores y Nieve. Una característica que inserta a Pamuk en una gran tradición de escritores fuertemente atraídos por la pintura que va desde Balzac, autor de La obra maestra desconocida (1831), que tenía como protagonista al anciano pintor Frenhofer, el cual no sólo adelantaba rasgos del arte abstracto sino que incluso inspiró a Cézanne, y quien llegó a decir “Frenhofer soy yo”, hasta John Berger, exquisito escritor, pintor y crítico de arte cuyo libro Modos de ver resulta un texto de referencia para la historia del arte, e incluso Houellebecq, que en su última novela, El mapa y el territorio, tiene como protagonista a un pintor genial y obsesionado con los mapas Michelin.
En lugar de buscar “le mot juste” a lo Flaubert, Pamuk dice que su objetivo es dar con “l’image juste”. En El libro negro, donde abreva en historias de la tradición oriental, cuenta que un sultán convocó un concurso de pintura en el cual compitieron un grupo de pintores chinos y otros pintores de un país occidental. Para poder comparar las pinturas les dio a cada grupo dos habitaciones con paredes enfrentadas, entre las cuales había una cortina que cerraron enseguida para que pudieran trabajar sin copiarse. Mientras los occidentales inmediatamente sacaron los pinceles para dibujar y pintar, los chinos se dedicaron a pulir y limpiar el espacio. No bien se cumplió el plazo, abrieron la cortina. El sultán vio primero la obra de los occidentales: una pintura hermosa que lo deslumbró. Al mirar la de los chinos vio el reflejo de aquella maravillosa pintura, ya que la pared se había convertido en un espejo. El premio se lo concedió a los chinos.
De todos modos, el libro donde Pamuk mejor plasma esa percepción pictórica es Me llamo Rojo, novela en la que había planeado desarrollar en clave autobiográfica su pasión por la pintura, pero que luego desembocó en una trama compleja y mosaica (y con tintes de policial) sobre un grupo de miniaturistas del siglo XVI que practicaban durante tanto tiempo el dibujo de caballos que, después de muchos años, la prueba de fuego para saber si ya eran miniaturistas, era poder dibujarlos en una completa oscuridad.
“Hasta los 22 años pintaba y dibujaba de una manera muy espontánea. Luego me di cuenta de que soy un escritor muy visual y no tan verbal. Algunos escritores evocan pinturas o diseños en la imaginación, mientras que otros trabajan con lo verbal. Es el caso de Dostoievski: cuando intentamos recordar una escena escrita por él solo acuden palabras y nunca imágenes de una habitación porque él no se interesó en dar detalles visuales. Tolstoi, en cambio, nos hace percibir los sentimientos de Anna Karenina envueltos en la naturaleza y en el entorno de los detalles y los objetos que la rodean. Todos los textos literarios convocan nuestra inteligencia textual y nuestra inteligencia visual, pero algunos autores priorizan más una que la otra. Además de describir el mundo, las novelas dan cuenta también de la percepción de cada uno de nuestros sentidos y, por supuesto, el de la vista, al menos en Occidente, es el sentido más importante. La pintura me enseñó a ver el mundo a través de la imagen, yo estoy constituido de esa manera.”
¿Por qué, entonces, dejó de pintar y no realizó las dos tareas de forma simultánea?
–A los 22 años perdí un tornillo, no pude disfrutar más de la pintura y la perspectiva de convertirme en arquitecto me parecía vana, falsa, vacua. Entonces empecé a escribir novelas.
¿Volvió a pintar?
–Sí, retomé la pintura en los últimos cuatro años, pero es un tema que me da vergüenza.
¿Cree que hubiera tenido tanto éxito como pintor?
–Siempre he pensado mucho en eso, creo que en ese caso sería más feliz, porque cuando canto o pinto me siento como si estuviera bajo la ducha, mientras que es imposible escribir una novela bajo la ducha porque uno tiene que sentarse y trabajar con las palabras. Ni siquiera puedo escuchar música cuando escribo.
PROFETA EN SU TIERRA
Pamuk es reconocido a nivel mundial como el gran exponente de la literatura moderna de Turquía pese a que no es muy querido en su país por sus declaraciones sobre el genocidio armenio. “Soy feliz de ser turco pero no creo que eso contribuyera a mi fama internacional. Le voy a contar, al respecto, algo que me dijo Susan Sontag en Nueva York. Ella vivía en Suecia trabajando en películas y le gustaban muchísimo los films de Ingmar Bergman, se la pasaba escribiendo notas sobre él en revistas norteamericanas. Entonces los mismos suecos le preguntaron: disculpe, pero ¿por qué escribe permanentemente sobre Bergman, si hay otros directores y escritores suecos que también son interesantes? A lo que ella respondía: ‘Lo siento, pero lo que pasa es que Bergman es un gran cineasta’. Es muy difícil evaluar las obras que salen de tu propio país, porque existen ciertas perspectivas o puntos de vista que quizá sólo un extranjero puede ver. También me aseguró que, por entonces, si viajabas a Suecia y le preguntabas a alguien culto su parecer sobre Bergman, recibías invariablemente comentarios hostiles sobre él.”
¿No es curioso que tras bregar años por la inclusión de Turquía en el euro ahora la moneda esté casi en peligro de extinción?
–El entusiasmo por que Turquía se sumara a Europa se ha debilitado en ambos lados, tanto por el de los conservadores nacionalistas europeos, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, como por el de los nacionalistas turcos que tampoco querían, lo cual es una lástima porque yo realmente lo veía como algo positivo, pero tampoco es que me pongo a llorar por eso. Sí me parece muy triste que la Eurozona se encuentre en medio de tantos problemas, pero no soy vengativo ni digo “bueno, como no nos recibieron en su momento, ahora que sufran”.
¿Qué opina de la intervención de la OTAN en Libia?
–La comunidad internacional sostuvo el levantamiento de Libia, uno lo puede ver como una intervención imperialista o como la protección que las fuerzas democráticas prestaron a las fuerzas de Libia, no hay manera de poner punto final a ese debate. No soy del estilo Chomsky, que tiene miles de detalles para agregar, en realidad no me ocupo de eso sino de las vidas privadas de la gente que veo: turcos, iraníes, brasileños, indios, gente de clase media que ve televisión y se casa. A propósito, la mitad de la humanidad aún se casa como consecuencia de un arreglo contractual. Por otro lado, no concuerdo con la teoría de Samuel Huntington, no creo en la teoría del choque de civilizaciones. Si creemos en el conflicto y en la incompatibilidad de las tradiciones, sin lugar a dudas va a haber choques; pero, en cambio, si creemos que las culturas pueden convivir armoniosamente como lo hicieron en Estambul, entonces emerge una tercera postura más interesante: ni choque ni bombardeo sino una situación humana moderna y novedosa, que creo yo se está dando en países como China, la India y gran parte de Latinoamérica. No soy un pensador geopolítico, está bien pensar en la política grande, en la política diplomática, pero para el novelista siempre el tema más importante es la vida cotidiana de las personas y espero que eso se refleje en mis novelas.
UN TURCO EN ESTOCOLMO
“En la búsqueda del alma melancólica de su ciudad natal ha descubierto nuevos símbolos para el choque y el entrelazamiento de culturas.” Ese fue el motivo del premio para Pamuk según la Academia Sueca. Algo que no se suele tener en cuenta es que el Premio Nobel de Literatura debería premiar no sólo la escritura sino también la lectura o, por lo menos, una figura que representara lo suficientemente bien ambos estratos, algo que suele ocurrir con la mayoría de los premiados, incluido Pamuk, cuya obra está repleta de citas implícitas y explícitas a escritores orientales ignotos para nosotros y, sobre todo, a autores occidentales, en cuyo podio tiene a Borges, Dostoievski y Nabokov. Claro que para algunos tuvo mucho peso a la hora de ganar el Nobel su declaración con respecto al genocidio armenio.
En cuanto a las edades, el escritor más joven en ganar el Nobel de Literatura fue Rudyard Kipling, quien tenía 42 años cuando lo recibió, en 1907, mientras que la sueca Selma Ottilia Lovisa Lagerlöf, la primera mujer en recibirlo, en 1909, tenía 51. En el otro extremo está Doris Lessing, que lo ganó con 87 años. Pamuk se encuentra entre los diez más jóvenes en obtenerlo, ya que tenía, en 2006, 54 años.
“Nunca busqué la política, la política me buscó a mí. Creo que todos mis problemas políticos se suscitaron no tanto por mis ideas sino por los celos de otras personas. Si yo tuviera amigos en Turquía no tendría los problemas políticos que tengo. Nunca pensé mucho en por qué me dieron el Premio Nobel. Fueron muy amables y dijeron cosas muy positivas sobre mis libros. Era como un nene, como un chiquito entre todas las figuras ancianas que me rodeaban. Yo estaba con mi hija que, por entonces, tenía 16 años y me miraba permanentemente, y todo era besos y abrazos. Pero no lo vivo con demasiada presión, me gusta que los lectores tengan siempre una expectativa alta antes de que saque un libro. Cuando gané el premio iba por la mitad de El museo de la inocencia, y lo terminé con mucho placer porque todo resultó tal como estaba previsto, es decir, el Nobel no me hizo cambiar en nada lo planeado.”
¿Cuál es, entre los ganadores del Nobel, el autor que más lo merecía y quiénes están entre los que no lo obtuvieron y merecieron ganarlo?
–Más allá del Nobel, considero a Gabriel García Márquez el mejor novelista vivo. Borges se lo merecía, claramente se lo tendrían que haber dado, y no lo ganó. Empecé a leerlo a principios de la década del ‘80. Borges me mostró la metafísica de la literatura. Lo que más me impresiona de su obra es que cuestiona los fundamentos, los cimientos sobre los cuales se construye la literatura y lo más interesante y notable de todo es que no lo hizo a partir de un lenguaje académico, sino mediante historias y relatos interesantes y atractivos. Me impresionó y me emocionó visitar la Fundación Borges, Kodama me mostró textos manuscritos, objetos de él, y sobre todo me impresionó ver sus libros de Chesterton, H. G. Wells y Kipling.
Estos son los dibujos que hizo Pamuk durante la entrevista en un papel que había sobre la mesa.
DOBLE O NADA
El del doble es un tema fundamental en su novela El castillo blanco, que cuenta la historia de un sabio turco y un joven científico veneciano cuyas vidas empiezan a mezclarse más de la cuenta, y que le valió a Pamuk los elogios de Updike, algo así como el equivalente a trescientas reseñas elogiosas en un medio masivo y prestigioso a la vez. Pero también aparece claramente el doble en Estambul. Ciudad y recuerdos, donde cuenta que, de chico, fantaseaba con la existencia de otro Orhan: “Desde niño me he pasado largos años creyendo en un rincón de la mente que, en algún lugar de las calles de Estambul, en una casa parecida a la nuestra, vivía otro Orhan que se me parecía en todo, que era mi gemelo, exactamente igual a mí”.
“Además de Borges, E.T.A. Hoffmann, Poe, Pushkin y Dostoievski tomaron esta idea y, literalmente, me hicieron temblar, me asustaron mucho cuando los leí. Al escribir El castillo blanco pensé que mi pequeña contribución a este tema histórico tan rico era basarlo o actualizarlo en esta especie de puente o influencia doble que tenemos en Turquía de Oriente y Oeste. El del doble es un tema metafísico que tiene que ver con la identidad y la ambigüedad humana pero, en nuestro caso particular, también constituye un tema nacional sobre la duplicidad de influencias culturales. Siempre digo que nuestras mentes son capaces de generar pensamientos contradictorios al mismo tiempo, y del éxito y el equilibrio con el cual se realiza esa actividad depende la creatividad de una persona o de un país. Uno de los temas del nuevo libro es ése: nuestras mentes no son cartesianas, podemos vivir y pensar de manera simultánea cosas que son contradictorias. Un ejemplo de esto es que podemos ser acérrimos católicos y a la vez pensar científicamente, estar a favor de Darwin, esas actividades que parecen dividir la mente son las que abren el camino hacia el progreso y la originalidad. Cuando di estas conferencias en Harvard, siempre levantaban la mano y me preguntaban si era ingenuo o sentimental cuando el punto de la conferencia era claramente que uno debía ser las dos cosas al mismo tiempo: ingenuo y sentimental, poético y cerebral.”
Volviendo al tema del doble, esa preocupación o esa fantasía por la existencia de otro Orhan, ¿cree usted que tiene algún asidero en la realidad?
–Es una figura poética que me gusta, pero además, es verdad, con algunas motivaciones personales: tengo un hermano con una diferencia de edad muy acotada, sólo 18 meses más grande que yo. Eramos muy competitivos, nos celábamos mucho, nos pegábamos, teníamos mucha rivalidad. Y también puedo decir que tengo una especie de segunda vida constituida por la ensoñación y la imaginación.
Efectivamente, algunos de los libros de Pamuk le generaron más de un conflicto no sólo con políticos y periodistas sino directamente con su hermano y con su madre. “Es un tema problemático, doloroso y hasta con resonancias éticas: ¿qué derecho tenemos los novelistas a escribir sobre la vida privada de las personas cercanas a noso-tros? Si uno es escritor, en cierta medida escribe sobre la experiencia personal de su propia vida. ¿Representamos la verdad al lector o escribimos algo que resulte cómodo y aceptable para la comunidad? La verdad más inteligente es aquella que contenta a la mayor parte de la comunidad, y el que logra hacer eso es un escritor exitoso que nunca se pelea con nadie y es todo amor y paz (risas).”
¿Se arrepiente de haber escrito algo que pudo generar dolor en su familia?
–Arrepentimiento es una palabra fuerte, con connotaciones religiosas. Mi mamá siempre está contenta con mis libros. El libro que más le gustó fue Me llamo Rojo y sobre esta novela me dio el mejor cumplido de toda mi vida: “¿Cómo pudiste escribirla?”.
Dentro de su familia, el que merece un párrafo aparte es el padre de Pamuk, a quien le dedicó nada menos que el discurso de aceptación del Premio Nobel, una brillante exposición en la cual recordaba que, poco antes de morir, su padre, que había intentado sin éxito ser escritor, le dejó una valija con todos sus manuscritos para que alguna vez él los leyera y viera qué podía hacer. A partir de esa anécdota, posterga el momento en que finalmente abre la valija para repasar los momentos más destacados de su carrera literaria, incluso el momento en que su padre le profetiza que iba a ganar el Premio Nobel: “Mi padre recurrió a un lenguaje muy intenso y exagerado para manifestar su confianza en mí o en mi primera novela: me dijo que, algún día, yo ganaría el premio que hoy, con inmensa alegría, voy a recibir aquí. Dijo eso no porque estuviera tratando de convencerme de su buena opinión, ni para establecer este premio como objetivo; lo dijo como un padre turco que brinda apoyo a su hijo, alentándolo y diciéndole ‘Algún día, tú llegarás a ser un pashá’. Durante años, cada vez que me veía, me daba aliento con esas mismas palabras. Mi padre murió en diciembre de 2002. En este momento, cuando estoy parado ante la Academia Sueca y sus distinguidos miembros, que me han otorgado este gran premio, este gran honor, y ante sus distinguidos invitados, quisiera, con toda el alma, que él pudiera estar entre nosotros”.
Sin embargo, hasta ahora Pamuk no publicó el libro de su padre y todavía le cuesta hablar sobre lo que le produjo abrir esa valija: “Después de que escribí el discurso de aceptación, abrí la valija y tuve la misma reacción. No me gusta leerlo, pero le debo a mi padre la publicación en el futuro. Esas páginas tienen el sorprendente poder de generar sentimientos en mí y eso es un problema. Noto semejanzas con mi obra en lo que respecta a la minuciosa atención y modestia hacia los detalles, en que es algo modesto y realista”.
EL FIN DE LA FELICIDAD
Uno de los últimos capítulos de Nieve se llama “Una felicidad que duró muy poco”. El protagonista, Ka –quien en otro pasaje de la novela dice que el único principio que debería regir la vida es la felicidad– se acuesta con Ipek, la mujer de su vida, mientras preparan su viaje a Frankfurt, aunque ese momento será, en realidad, la última vez que se ven: “Después de hacer el amor, Ka e Ipek se quedaron un rato abrazados sin moverse. El mundo estaba tan silencioso y Ka tan feliz que le pareció que pasaba mucho tiempo. Sólo por eso, se dejó llevar por la impaciencia y saltando de la cama se acercó a la ventana y miró al exterior. Mucho más tarde pensaría que aquel largo silencio había sido el momento más dichoso de su vida y se preguntaría por qué se había deshecho del abrazo de Ipek y había acabado con ese instante de felicidad incomparable. Más tarde, Ka pensaría que había abreviado el momento más dichoso de su vida porque no podía aguantar la excesiva felicidad”.
El museo de la inocencia, novela sobre un joven de nombre Kemal que a punto de casarse deja todo por el atractivo irresistible de Füsun, una pariente lejana a quien no veía hacía mucho, empieza con un capítulo llamado “El momento más feliz de mi vida”: “Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía. De haberlo sabido, ¿habría podido proteger dicha felicidad? ¿Habría sucedido todo de otra manera? Sí, de haber comprendido que aquél era el momento más feliz de mi vida, nunca lo habría dejado escapar”; y termina con el capítulo “Felicidad”, en el cual el mismo Kemal, luego de entregar la foto de Füsun para inmortalizarla en un museo, culmina diciendo “que todo el mundo sepa que he tenido una vida muy feliz”.
Teniendo en cuenta que un escritor trabaja con las emociones y también con el sufrimiento, ¿la felicidad y la escritura son irreconciliables?
–Creo que escribo porque no soy feliz, pero a la vez escribo para ser feliz. La felicidad que surge de la escritura es algo muy complejo porque la escritura es el ritual de vivir en lo imaginario. Como el tiempo en que se preparan los atletas, a mí escribir una novela me lleva tres o cuatro años, y una vez que uno penetra en esa tela de araña que constituyen las relaciones construidas en una novela, empezás a habitar un mundo imaginario alternativo, un mundo en el que a mí me gusta estar. Entrar y conectarme con el mundo a través de las palabras me da una fuente alternativa de felicidad. Ahora, si uno piensa que hay una verdadera felicidad, entonces es realmente ingenuo (risas). No hay felicidad verdadera, sentimos verdadera felicidad cuando pensamos que somos felices, la felicidad es saber que uno es feliz y se trata de momentos líricos que ocurren excepcionalmente, momentos que, de todas maneras y a pesar de su baja frecuencia, siempre buscamos. Ese, creo yo, es uno de los mayores valores de una persona.
Según Gautier, “cuando está finalizada la casa, entra la muerte; por eso los sultanes tienen siempre su palacio en construcción”. Y ya que hablamos de la felicidad literaria, ¿cómo imagina el final de su carrera? ¿Será por la escritura de un libro inigualable o por fallecer antes?
–Será porque logre escribir mi mejor libro. En oposición a todos los rumores según los cuales los escritores escriben su mejor novela apenas iniciada la madurez, yo siempre pongo el ejemplo de Los hermanos Karamazov, para mí el mejor libro de Dostievski, y que escribió después de los 60; yo ya estoy cerca de esa edad y, sí, todavía tengo muchos proyectos. Es como pasaba en Las mil y una noches: los que ya habían leído todo, morían inmediatamente.
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