Cormac McCarthy:
“Todos los Hermosos Caballos”:
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Reseña:
“Cabalgaron a lo largo de la cerca y a través de los pastos abiertos. El cuero crujía bajo el frío de la madrugada. Pusieron los caballos a medio galope. Las luces quedaron atrás… En aquella noche desierta oyeron en alguna parte el tañido de una campana que cesó donde no había campanas y cabalgaron sobre el redondo dosel de la tierra que era lo único oscuro, sin niguna luz, y que llevaba sus figuras y las acercaba al enjambre de estrellas”… (Ibd. Cormac McCarthy. “Todos los Hermosos Caballos”).-
En “Todos los Hermosos Caballos”, Cormac McCarthy comienza su Trilogía de la Frontera, arrancando desde la extraña y misteriosa que lo había caracterizado ya en sus primeras obras. La novela sigue el viaje de un joven hombre hacia las regiones de lo desconocido. “Todos los Hermosos Caballos” es una novela en la que la luz mística y épica brilla en cada acontecimiento.
John Grady Cole, más heroico que los protagonistas de las primeros libros del autor, confronta y desafía al Mal que forma parte de su propia Ignorancia y Orgullo. La Historia está narrada con estilo cortante y lacónico, pero es rica en pasajes líricos que hacen eco de la memoria y los propios sueños de Grady.
En 1948 en un rancho de Texas, John Grady, a los dieciséisaños, espera el funeral de su abuelo, con quien había vivido desde la separación de sus padres. Tras el mismo, y sin futura proyección aparente en Texas, Grady se despide de sus padres, rogándole a su mejor amigo Rawlins que lo acompañe a México. Éste accede. Antes de alcanzar la frontera, Rawlings y Grady se encuentran con Jimmy Blevins, un peligroso joven con un magnífico caballo. Los tres se reúnen, a pesar de la duda de los texanos sobre el origen del potro de Blevins (que presumen robado). Repentinamente se separan y John Grady and Rawlins continúan con el viaje hacia el sur. Llegan a la Hacienda de Nuestra Senora de la Purísima Concepción. Grady pide en la Hacienda empleo y se encuentra con una hermosa muchacha sobre un caballo negro, Alejandra, quien es la hija del hacendado Don Héctor Rocha y Villareal. John Grady y Rawlins se unen en la empresa del dueño de la Hacienda, consistente en atrapar y domar caballos salvajes, un punto en el que Grady destaca por su habilidad y rapidez. Grady se convierte en amante de Alejandra, desobedeciendo al propio Don Héctor. Tras esto, ambos, Grady y Rawlings, son enviados a una prisión en Encantada, donde se vuelven a encontrar con el peligroso joven Blevins, preso por asesinato. Luego, los tres norteamericanos son enviados a la cárcel de Saltillo y tras cumplir la condena, son liberados. Rawlins se despide de Grady y retorna a Texas. Pero John Grady pretende recobrar el amor de Alejandra y se dirige a La Purísima en su búsqueda. La madre de Alejandra le aclara a Grady la imposibilidad de la unión. Sin embargo, John Grady se encuentra una última vez con Alejandra en un hotel de Zacatecas. Alejandra aprueba los límites que le trazan sus padres y se despinden, definitivamente. Dolorido por la pérdida de su amada, Cole vuelve a Encantada donde encuentra el imponente potro de Blevins. John Grady lo logra domar y mata al policía que le disparó a Blevings, vengando su muerte y “cobrándose el caballo”. Entonces se dispone a volver a Texas. Cuando llega, se entera de que su padre ha muerto. Y también su niñez. John Grady ha aprendido, pero no aún lo suficiente; ha dejado su hogar y ha vuelto a Texas como un hombre cambiado, pero golpeado por los avatares de la vida y en cierto sentido, frustrado e incompleto.
La Trilogía de La Frontera de Cormac Mc Carthy, que se inicia con “Todos los Hermosos Caballos” ( “All the Pretty Horses”. 1992), continúa con “En la Frontera” (“The Crossing”. 1994) y concluye con “Ciudades de la Llanura” (“Cities of the Plain”. 1998).-___________________________________________________________________________________
Cormac McCarthy (1933).-_________________________________________________________________________________
Frases y Extractos de “Todos los Hermosos Caballos”:
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“La llama de la vela y la imagen de la llama de la vela reflejada en el espejo de cuerpo entero se retorció y enderezó cuando el hombre entró en el vestíbulo y cerró la puerta… Se quitó el sombrero y avanzó lentamente. Las tablas del suelo crujían bajo sus botas… Oscuro, frío, sin viento, y un delgado arrecife gris insinuándose en el borde oriental del mundo. Salió a la pradera y se quedó con el sombrero en la mano como suplicando a la oscuridad que los envolvía a todos, y así permaneció durante mucho rato”…
“Vio a su padre en el funeral. Solo en el pequeño sendero de grava junto a la cerca. Salió una vez a la calle hacia su coche. Luego volvió… Al atardecer ensilló su caballo y se alejó de la casa, cabalgando hacia el Oeste. El viento había amainado bastante y hacía mucho frío y el sol estaba rojo sangre y elíptico bajo los arrecifes de nubes rojas que tenía frente a él, en la hora que siempre elegiría cuando las sombras eran largas y el antiguo camino se perfilaba ante él a la luz rosa y oblicua como un sueño del pasado”…
“Humedeció el cigarrillo, se lo puso en la boca, sacó cerillas, encendióp el cigarrillo y apagó la cerilla con el humo. Se volvió a mirar a Rawlings, pero Rawlings estaba dormido”.
“Cabalgaron de nuevo hacia el atardecer. Cuando se ponía el sol oyeron camiones en una carretera lejana y en el largo y fresco crepúsculo cabalgaron hacia el Oeste por una elevación desde la que podían ver los faros de la carretera desaparecer y volver, fortuitos y periódicos en el lento intercambio”…
“Durante los días siguientes cabalgaron a través de las montañas y cruzaron una garganta yerma y detuvieron los caballos entre las rocas para poder inspeccionar el terreno hacia el sur donde las últimas sombras se extendían sobre la tierra antes de que el viento y el sol del Oeste se sumergieran en un rojo sangre entre las nubes superpuestas… Las distantes cordilleras se alineaban en las terminales del cielo para difuminarse del pálido al más pálido azul y después a nada en absoluto”…
“Cabalgaron todo el día siguiente hacia el Oeste a través de un paisaje de colinas… Cuando cruzaban la llanura, a la mañana siguiente, encontraron agua estancada en las bajadas y abrevaron los caballos y ellos bebieron agua de lluvia de las rocas y subieron hacia la frescura de la montañas hasta que en el crepúsculo de aquel día vieron, desde la cresta de las cordilleras, el territorio del que les habían hablado”…
“Eligió el primero que arrancó, desenrolló el lazo y trabó las dos patas del potro, que cayó al suelo con un tremendo ruido sonoro. Los otros dos caballos se encabritaron y agruparon y miraron atrás con furia. No olían a caballo. Olían a lo que eran, animales salvajes. Sujetaba la cara del caballo contra su pecho y podía sentir en la parte inferior de sus muslos palpitar la sangre a través de las arterias y el miedo… Puso la mano sobre los ojos del caballo y los acarició y no dejó de hablarle en voz baja y serena, diciéndole todo lo que se proponía hacer”…
“En la meseta observaron una tormenta que se desencadenaba en el norte. Las oscuras formas color verde jade de las lagunillas que tenían sus pies en el lecho de la sabana desierta parecían perforaciones a través de otro cielo. Las franjas laminares de color en el Oeste se desangraban bajo las nubes batidas: Un súbito encapuchamiento violeta de tierra”…
“Apenas tenía aliento para hablar y le dijo que era muy hermosa y ella sonrió y en sus ojos estaba la tristeza que él vio por primera vez la noche que fue a su habitación y supo que, aunque estaba contenido en aquella tristeza, no constituía su totalidad”…
“Lo constante de la Historia es la codicia, la necedad y una avidez de sangre que incluso Dios parece impotente para cambiar… Mucho antes de la montaña supe que aquello que ansiaba descubir era algo que siempre había sabido. Que todo valor era una forma de constancia. Que lo primero que abandonaba el cobarde era siempre a sí mismo. Después de esto, todas las traiciones resultaban fáciles. Supe que algunos conseguían el valor con menos lucha que otros, pero creía que todos cuantos lo querían podían conseguirlo. Que el deseo era la cuestión en sí misma. No podía pensar en nada más que contuviera esta verdad: Tanto depende de la Suerte”…
“El desierto por el que cabalgaba era rojo y rojo el polvo que levantaba… El polvo de color rojo sangre bajaba soplando desde el sol. Y caballo, jinete y caballo y sus largas sombras pasaban en tándem como la sombra de un solo ser. Pasaban y palidecían en la tierra oscurecida… El mundo venidero”…
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Bonustrack: U2: “Who´s Gonna Ride your Wild Horses?:
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Fuente Original Post:
Mc Carthy, Cormac. “Todos los Hermosos Caballos”. Buenos Aires. Sudamericana. 2008.-
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Espero que puedas ver ese video, es precioso y afirma el tema del libro que tratas.
Iré a comprar el libro porque me quedé con unas ganas enormes de leerlo después de tu acertado comentario.
Te dejé un mensaje de navidad en mi blog,
Un abrazo con muchísimo cariño para tí.
Pat 🙂
Muy bueno el video. Gracias, Pat querida…
A la brevedad paso a visitarte a tu blog. Espero que hayas pasado una buena navidad y aprovecho para desearte los mayores éxitos en el 2009…
Gracias y Un abrazo; Aquileana 🙂
https://twitter.com/aquileana/status/394213750602887168