Yukio Mishima: “El Pabellón de Oro”:
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Reseña:
“Un recuerdo repentino está cargado de un extraordinario poder de evocación. El Pasado no se contenta con arrastranos hacia él. Entre todos nuestos recuerdos, hay algunos, desde luego pocos, que en cierto modo están dotados de poderosos resortes de acero, y cada vez que hoy los tocamos se sueltan inmediatamente y nos catapultan hacia el Futuro”.(Ibd. Mishima, Yukio. “El Pabellón de Oro”).-
El Pabellón de Oro, ublicada en 1956, está fundada en un acontecimiento real: el incendio de un famoso templo budista por un joven novicio. El autor reconstruye a su manera los hechos e intenta hallarles una explicación psicológica: el protagonista de su novela, Mizoguchi. Mishima, a partir de unos hechos reales donde un mediocre novicio acaba incendiando el Pabellón de Oro, joya de la arquitectura religiosa budista en Kyoto, y más allá de las simples motivaciones centradas en ambición frustrada y rencor general, desarrolla un complejo estudio introspectivo y dota a Mizoguchi, a pesar de su fealdad y tartamudez, del “don de decir y modular lo que siente, que es privilegio del poeta”. El descubrimiento de la influencia del Pabellón de oro llevará al protagonista a experimentar un sentimiento de ambiguedda, oscilante entre la admiración por lo Bello y la Angustia de lo Inasible. En el juego de esta encrucijada se debatirá su propia Raison d´Être y su Libertad.
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Opinión Aquileana:
Mishima da muestras de una prosa sublime y prolífica en metáforas. El Pabellón de Oro es un Itinerario hacia lo Absoluto. Imágenes evocadoras de un tiempo que el protagonista, Mizoguchi, recrea desde sus propios registros mnémicos con el propósito de descubrir la esencia del Ideal de lo Bello.
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Acerca de “El Pabellón de Oro”: “El Templo Kinkaku-Ji”:
El Pabellón de Oro es una construcción de dos pisos, desde el que se domina el llamado “Espejo de Agua”, jardín de recreo. Parece que fue terminado de construir en 1398, quinto año de la era de Oei. Tanto los bajos como el primer piso pertenecen al estilo arquitectónico “Shiden”, de tipo doméstico, con sus “tablas superpuestas” cual pliegues. El segundo piso es una pieza de cinco a seis metros cuadrados, del más puro estilo Zen, con puerta central corrediza y ventana con florón de un extremo a otro. El techo está construido con listones de madera de ciprés. Es de tipo “Hokei” y está rematado por un fénix de bronce dorado. El Pabellón de pesca, llamado “Sosei”, con techo de doble pendiente cuyo pináculo mira al estanque, rompe la monotonía del conjunto. En 1950 fue incendiado por Hayashi Yoken, un acólito zen. Un año después sería publicada la novela “El Pabellón de Oro”, que recrea a partir del incendio del Pabellón haciendo que su personaje, Mizoguchi narre las razones que lo llevaron a incendiar el pabellón dorado del templo Kinkaku-ji. Mizoguchi narra los hechos tratando de recoger todas las experiencias que lo llevaron a incendiar el Pabellón de Oro, parado desde un presente que le permite analizar psicológicamente todos sus actos desde la niñez.
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El Pabellón de Oro Original (1893).-
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Kimitake Hiraoka/ Yukio Mishima (1925/1970).-
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“Bajo su manto de nieve, el Pabellón resultaba de una incomparable Belleza. Con sus grandes ventanales abiertos por donde penetraba la borrasca, con sus columnas alineadas a un lado y a otro, incluso en su misma desnudez, resultaba una imagen purificadora y tonificante”… (Ibd. Mishima, Yukio. “El Pabellón de Oro”).-
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Frases de “El Pabellón de Oro”:
“Reflexioné y me dije que las palabras eran seguramente el único medio de salvar la situación; error muy característico de mí: cuando haía que actuar yo sólo pensaba en las palabras; y como la palabras llegan mal y tarde, me dejaba perder en ellas al intentar dominarlas y acababa siempre por olvidar la acción. Para mí, la acción era algo esplendoroso que debía ir acompañado de un lenguaje esplendoroso”.
“El cielo nublado y blanquecino, el rumor de las cañas de bambú removiéndose, los patéticos esfuerzos de un insecto escalando una hoja de azalea, todas esas cosas continuaban existiendo como antes, aquí y allí, sin orden ni armonía… Sí, era extraño: ni siquiera me sentía solidario con la Nada. Y de nuevo me encontré solo”.
“Hay siempre un instante a partir del cual el detalle de lo que llamamos los hechos se esfuma en nuestra memoria”…
“En la vida, el instante que adquiere color de eternidad nos embriaga… Y era verdaderamente en momentos como aquel que la inalterable Belleza era capaz de paralizar nuestras vidas, de destilar su veneno en nuestra existencia”.
“Necesito tiempo para que la Belleza se me revele. Yo voy siempre con retraso con relación a los otros. Ellos descubren al mismo tiempo la Belleza y el Deseo; en mí, eso ocurre mucho más tarde”.
“El pensamiento de que la Belleza pudo existir antes en alguna parte, me causaba invenciblemente un sentimiento de malestar y de irritación; pues, si la Belleza existía efectivamente en este mundo, era yo quien, por su existencia misma, me había excluído de él… La idea de que el Pabellón era algo imperecedero me abrumaba, levantando un obstáculo entre él y yo”.
“El cielo relativamente claro plateaba la superficie del estanque…. Tomé un guijarro y lo dejé acer en el agua. El ruido repercutió de forma tan desmesurada que el aire del controno pareció desgarrarse de pronto. Yo me encogí y me quedé quieto, como si quisiera borrar con mi silencio aquel ruido que inconscientemente había producido”.
La Belleza de un detalle aislado no era más que una inquietud. Soñañndo con la perfección pero sin saber dónde terminaa, esa inquietud se veía imantad ghacia de Belleza vecina, que le era desconocida. Y estas recíprocas llamadas de una Belleza que no existía en niguna parte, ni en un detalle ni en el otro, era lo que constituía la profund trama del Pabellón de Oro, que llamaba a la Bellea desde el límite de la No- Existencia. ¡La Bellleza estaba estructurada de Nada”
“El Pabellón de Oro dejó de ser una construcción inmóvil. Se metamorfoseó en símbolo de la desaparición del mundo fenomenal”.
“Así pues, yo confiaba no tanto en su Belleza intrínseca cuanto en mi propia actitud para imaginar la belleza”…
“La Belleza puede ofrecerse a cualquiera pero no pertenece a nadie… “¿Es esto?. ¿Es esto lo que me hacía tanto daño, lo que no cesaba de recordarme su existencia de un modo tan desagradable, lo que me clavaba raíces tan tenaces?. ¡No es más que materia muerta!. Pero, esta cosa y la de hace un instante, ¿son realmente la misma cosa?. Si ésta, al principio, formaba parte de mi envoltura exterior, ¿cómo, por qué conexión, ligándose a mi yo interno, pudo convertirse en una fuente de dolor?. ¿Sobre qué base reposaba?… Y esa base, ¿existía en mí? ¿O bien existía en este objeto?”.
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Bonustrack: “Templo Kinkaku-Ji”:
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Fuente Post: Mishima, Yukio. “El Pabellón de Oro”. Buenos Aires. Seix Barral. 2007.-
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Oh, Aquileana, tu nueva entrada me ha abierto los ojos a la belleza de la prosa de Mishima, una prosa de la que hace unos pocos años, al leer “Confesiones de una máscara”, no pude y no supe gozar. Claro, hay la posibilidad de que la belleza de estos textos de “El pabellón de oro” no encuentren equivalente en la otra novela mencionada del japonés, pero en cualquier caso me he dado cuenta – again- de lo mucho que cambian, con el tiempo, nuestro gusto, y nuestra apreciación de las cosas (afortunadamente, claro).
Creo que releeré “Confesiones de una máscara” ya mismo.
Hola Kleefeld;
Ésta fue mi “lectura iniciática” de Mishima y me ha dejado realmente sorprendida por el prolífico carácter simbólico de su prosa.
Una proeza literaria, el japonés aspirante a Nobel…
Muchos saludos y gracias por ser el primero en comentar este post…
Aquileana 🙂
Hay un libro de Marguerite Yourcenar “Mishima o la visión del vacío” es un ensayo lúcido como todo lo que hacía la yourcenar de la personalidad del japonés.
Marguerite le concede el gran mérito a Mishima de ser un narrador de las contradicciones humanas. El hombre, vive y reconoce sus propias inclinaciones, poniéndose cara a cara frente al mundo. Es un conflicto de fuerza y voluntades en donde el individuo, tristemente, sale perdiendo.
En “Confesiones de una Máscara” “la razón esencial de una máscara es tomar un rostro, adaptarlo a su comportamiento y hacerse pasar por otro. Se crea así una ilusión.” .
Su ensayo ahonda en el uso y características de la máscara como atributo de una personalidad diversa. El hombre siempre ha buscado multiplicar su personalidad. Las Confesiones son un canto a la dulzura de la diferencia. Una dualidad que, partiendo del dividido Mishima, se extiende de manera natural a todas sus obras.
Su vida la dedicó a la estética, la belleza y, finalmente, al cultivo de una muerte bella y heroica. Para él la muerte jamás es un deshonor. Nunca es banal, y la profesión de samurai es el misterio de la muerte, que adquiere como la manera más bella de morir, con dignidad.
“Necesitaba morir y morir bien, morir como un poeta con el cuerpo y las concepciones viriles de un héroe” (Mishima).
“la muerte noble, temprana y violenta es un signo de predilección de los dioses”, tal vez mirando el cielo será más intenso, los colores más vivos….
EL PINTOR
No he leído aún el pabellón de oro (aunque mi novio ya lo tiene y pronto se lo quitaré un ratito) Pero Mishima se ha convertido en mi escritor predilecto, desde que leí confesiones de una máscara … sus novelas son maravillosas, hace poco termina de leer “El mar de la fertilidad” compuesta por 4 libros muy diferentes entre sí, pero todos de una calidad difícil de lograr (http://espejoazul.wordpress.com/2008/07/30/el-mar-de-la-fertilidad/).
Y aunque lo conocí como novelista, pero como cuentista también es maravilloso, el cuento que más me ha gustado se llama “Patriotismo” y se puede leer aquí: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/jap/mishima/patrio.htm
abrazos
Pajarito;
Gracias por los enlaces…
En cuanto a la tetralogía, la tendré en cuenta (raro que Mishima no haya optado por la “trinitaria trilogía”, ahora que lo pienso, ¿no?)…
Abrazo, Aquileana 😉
No sabía que Yourcenar había escrito sobre Mishima…
Grandiosas citas y fabuloso tu atelier 😉
Un abrazo John; Aquileana 🙂
Hola, leí el libro y me gustó el contenido y la forma en que expresa el autor la belleza y sentido de belleza allí descrito….
Gracias por tus valoraciones, Carlos…
Coincido en tu opinión acerca de las destrezas literarias del gran Mishima…
Saludos, Aquileana 🙂
leí este libro de mishima.el pabellon de oro.magistral.sin duda un ser dotado de un intelecto insaciable y compulsivo.. un genio, un valiente en todos los sentidos. la vida para él fué un desafió permanente, y le ganó . logró conseguir todo lo que se propuso. y se marcho como vivió con hidalguía. no esperó que la vida acabara con él , él acabo con la vida cuando está ya no tuvo más queofrecerle.
Me llama la atención que en la portada de algunos libros de traducción española lleven la fotografía de un templo chino y no del Kinkakuji, o Pabellón de Oro, desmereciéndolo.