Lecturas Estivales: Tratado de la Desesperación.-
El Yo como Síntesis Inexistente
El Yo es una relación que se refiere a sí misma, el Yo no es la relación, sino la relación en su retorno de sí mima. El Hombre es una síntesis de lo Finito y de lo Infinito, de lo Temporal y lo Eterno, de Libertad y de Necesidad; en resumen: una Síntesis. Una Síntesis es la relación entre dos términos. Desde este punto de vista, el Yo todavía no existe.
Deseperación Virtual y Discordancia
La discordancia de la deseperación no es una simple discordancia sino de la relación que, refieriéndose plenamente a sí misma , es trazada por otra. Así, la discordancia , existiendo en sí, tiende, además a reflejarse hasta el infinito en la conexión con su autor. La desesperación no es una prolongación de la discordancia. La desperación es la discordancia interna de una síntesis, cuya relación se refiere a sí misma. La desesperación es una categoría del espíritu, suspendida en la eternidad.
Tipología de la Desesperación:
> La Desesperación de Sí Mismo.
El hombre que desespera tiene un sujeto de desesperación, y es lo que cree un momento y no más; pues ya surge la verdadera desesperación, la verdadera figura de la desesperación. Desesperando de algo, en el fondo desesperaba de sí mismo y, ahora, pretende librarse de su yo. Así sucede cuando el ambicioso que dice: «Ser César o nada», no llega a ser César y desespera. Pero esto tiene otro sentido; por no haber llegado a ser César, ya no soporta ser él mismo. Por consiguiente, en el fondo no desespera por no haber llegado a ser César, sino de ese yo que no ha logrado llegar a serlo.
> La Desesperación de la falta de Infinito.
Estar privado de lo infinito disminuye y limita deseperadamente. Junto con la desepreración que se sumerge a ciegas en el infinito hasta la pérdida del Yo , existe esta otra especie diferente que se deja como frustrar de su Yo por Otro. Viendo tantas gentes a su alrededor, cargándose de tantos asuntos humanos, tratando de captar cómo anda el tren del mundo, ese desperado se olvida de sí mismo y halla demasiado atrevido el serlo y más simple y seguro asemejarse a los demás. Ésta es la forma de desesperación que, en efecto, pasa inadvertida para la gente. La desesperación misma es una negación, así como lo es también la ignorancia de la desesperación. Perdiendo de este modo su Yo, un desesperado de esta especie adquiere de súbito una indefinida aptitud para agradar a todos en todas partes, para triunfar en el mundo , pulido como un guijarro, nuesto hombre rueda por todas partes como moneda en circulación. Lejos de que se lo tome por un desesperado, es precisamente un modelo para la gente.
> La Deseperación en cuanto a lo Eterno: La Desesperación Hermético/Estoica.-
Esta especie de desesperación no corre por las calles; héroes de su índole no se encuentran , en realidad más que entre los poetas, entre los grandes, que confieren siempre a sus creaciones esa idealidada “demoníaca” , en el sentido en que la entendían los griegos. Las formas más inferiores de la deseperación, sin interioridad real ni nada, en todo caso, se deberían describir limitándose a presentar o describir en forma externa. pero, cuando se espiritualiza la deseperación, más se aísla la interioridad como un mundo imbuido en el hermetismo, más indiferentes se hacen los exteriores , bajo los cuales se oculta la desesperación. La necesidad de soledad prueba siempre en nosotros la espiritualidad y sirve para medirla. Ocupado en la relación del Yo consigo mismo , el deseperado hermético se empeña en vivir horis successivis, horas que tienen algo que ver con la eternidad, aunque no vividas para ella; esa esencia no avanza Sólo consigo mismo este tipo de desesperado reconocerá que acaso peque por exceso de orgullo, pero la pasión de su Yo por penetrar su debilidad le daría la ilusión de que no puede ser eso orgullo, puesto que precisamente desespera de su debilidad.
¿Qué es un poeta?. Es un hombre
desgraciado que oculta profundas
penas en el corazón, pero cuyos
labios estás hechos de tal suerte
que los gemidos y los gritos, al exhalarse, suenan como una hermosa música.” (Sören Kierkegaard).-
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PESSOA DIXIT:
“Hay hombres que sólo pueden ser individuos en sociedad, esto es, cuya vida está esencialmente subordinada, en su desarrollo, al contacto con las vidas ajenas. Hay otros hombres que precisan, como aquéllos, de las vidas ajenas para completarse a sí mismos, mas no precisan de subordinación, sino de la simple coexistencia. Hay otros, todavía, pero son escasos, para quienes las vidas ajenas son inútiles, cuando no dañinas; que pasan por el mundo solitarios por naturaleza, y son individuos en sí mismos”. (F.P; P por C. II; pag 84. Fuente: Pessoa, Fernando. Máscaras y Paradojas. Barcelona. Edhasa. 1999).-
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BLOGÓSFERA: “ASK ME TOMORROW”…
Steinbeck escribió: “Creo que si tú y yo hemos de elegir entre dos vidas de pensamiento o acción, deberíamos recordar que vamos a morir y deberíamos intentar vivir, ya que nuestra muerte no proporciona ningún placer al mundo”.
Visitar Souvlaki´s questions: http://souvlaki-askme.blogspot.com/
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Bonustrack: Peter Gabriel Downside Up.-
Downside-Up (Animation).-
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The Cranberries – When You’re Gone.-
The Cranberries – Ode To My Family.-
Hola Aquileana.
Estudiaba en la secundaria del Colegio Alemán, cuando me di cuenta de que la consciencia de mi soledad me apartaba de todos mis compañeros.
La verdad es que nunca fui introvertido ni mucho menos, pero la seguridad que proyectaban al actuar me asustaba. ¿Ya habían resuelto su existencia? ¿Cómo lo habían logrado?
Nunca me pasó por la mente en esos años que se olvidaban de sí mismos, volcándose hacia los otros. Muy ocupados por el tren del mundo.
Saludos.
Rafael Frias
Interesante el análisis de Kieerkegaard, como también las apreciaciones de Rafael. Me pasaba lo mismo, aunque con mayor introversión, lamentablemente. Idéntica la sensación de que ese actuar hacia afuera parecía más distracción que seguridad. Hoy me parece lo mismo.
Respecto de la frase de Steinbeck, en cierta medida coloca un contrapeso necesario: está bien, no tenemos nada seguro, pero si estamos aquí por qué no vivir, porque la eternidad no existe.
Como canta el Indio Solari (canción “Tatuaje” de “Porco Rex”, traído por Papá Noel) Yo soy mis sueños!/ Y vos?…vos sos tus sueños sin fin…/¿No ves que la eternidad mañana acaba…/y te vas?
Gracias a mis queridos Rafael y Javier…. Todos deseperamos, es parte de nuestra condición finita, un acto de madurez y a la vez de sentido común , asumirla…
Desesperamos en la misma categoría, como he notado… Pero la deseperación hermética es la más sublime de las especies que refiere Kierkegaard, digna de conciencias espiritualizadas, y , como tales, más alejadas del “tren del mundo”… (noté que reparaste en esta expresión , Rafael, yo también lo hice con particular sorpresa por lo ilustartivo de la imagen…).
De acuerdo con tus reflexiones sobre Steinbeck, contribuyen a contrarrestar la certeza abismal de la una inevitable muerte, que vemos siempre como una posibilidad que atañe a otros, mas no a nosotros…
Gracias por estar ahí. Un abrazo para ambos,
Aquileana 🙂
Cuánto tiempo sin leer El tratado de la desesperación. Hace ahora once años trabajaba un lugar horrible, con unos horarios que superaban las setenta horas semanales, y en una ciudad a la que nunca he vuelto por lo terrible que resultó aquella experiencia. Entonces, quitaba momentos a las pocas horas de sueño que tenía para leer el Tratado de la Desesperación. Recuerdo que mi padre, un tipo irónico, me regaló dos libros de filosofía en aquel periodo aciago de mi vida, uno fue el Tratado de Kierkeegard, y otro La conquista de la felicidad, de Sir Bertrand Russell. Este segundo libro me irritó sobremanera, tanto que durante años lo desprecié en público siempre que podía; me parecía un libro endiosado, escrito desde algún jardín de Oxford apacible, ligeramente presuntuos y sobre todo malo y ajeno a la infelicidad de mi existencia. Pero el Tratado me sirvió, y mucho. Por entonces, escribía a menudo, a la antigua usanza, con papel y lápiz, a mi viejo amigo Jean Paul Romá. Fue en ese tiempo cuando nos pensábamos capaces de idear una teoría filosófica de enjundia para un mundo tan extraño como el que vivíamos y comentábamos sin cesar las enseñanzas de Soren. Casi todo lo que recuerdo del Tratado de Kierkeegard me produce una inmensa emoción, e incluso escribí un texto sobre él que debo haber perdido. Sigue siendo un libro magnífico, con sus defectos y sus excesos, muy propio de una personalidad como la suya. Pero lo que guardo con mayor nitidez fue la esperanza de libertad que me hizo sentir entonces, el soplo de vida que me insuflaba cuando me creí absolutamente perdido.
Gracias por recordármelo.
Un saludo.
Hola Ji;
Increíble lo que puede suscitar en un alama predispuesta ( espiritual/deontológicamente) un post que a mí también me dio mucho placer escribir, casi tanto como leer el libro en cuestión…
Kierkegaard se interna en las profundidades abismales de la desesperación existencial , como sólo puede hacerlo un ser lúcido, y tan riguroso en su elaboración análitico síntética filosófica, como sólo pocos hay…
Un abrazo, Aquileana 🙂
Recuerdo cuando mi existencia hizo aguas y me vi sumido de pronto en la más intensa desesperación, me puse a leer el Tratado y me sentí consolado y tranquilo, esperanzado por ese soplo singular de vida que nos regala Sören en el Tratado. Hay que vivir hacia dentro pero sin aislarse, nutriéndote del mundo y nutriéndole a él.
Unas palabras.
Nada mas exacto…
Es la intranquilidad del silencio en la nada, la mismísima impotencia de no tener nada que exceda el tiempo, tanto que pase a descreer en su concepto efímero…
Cuando uno piensa en la finalidad absoluta de las cosas, en todo su sentido.. nada es importante, el absoluto es efímero, y todo trae desesperación..
Si ´Parménides, Jenófanes y Empédocles eran en mi niñez letanías, himnos de exaltación y luz; si Leibniz era clara luz y Fenelón exaltación ante el ente infinito a los 20 , Kierkegaard había sido un intensa vibración, una tormentosa conmoción
que me ha quedado como piedra de toque de continua reserva frente a las tranquilidades de los esoterismos e incluso Guénon… Para dar la idea más simple : Si Platón dijo que el filósofo sino está siempre borracho es un mentiroso; Kierkegaard dijo que el que no está realmente desesperado y lo asume radicalmente hasta disipar la desesperación por el enfrentamiento viril de la verdadera comprensión es sólo un muñeco.
No obstante Kierkegaard que parecería antitradicional y moderno ha postulado tanto y más enfáticamente el ser hijo del instante que Ibn Arabi y otros sufis, y tonos y retóricas tan exaltadas como las de él se encuentran en ciertos sufis.
Jinete del potro de la desesperación, Kierkegaard, nos recordó que al caballo del recuerdo sólo lo cabalgan verdaderamente los que desesperan esperanzadamente en la oximorónica apatía del asumir el pathos de la fosilización de un olvidado extásis.
Conviene recordarlo cada tanto
Truly fascinating post as usual my learned friend! ❤
Thank you very much dear Cindy ⭐
All the best to you, always, Aquileana 😛